Hace algunos años comenzó mi repentino gusto por la música de cámara. Llegar a la orquesta fue un accidente fortuito y jamás pude escapar de este. Con los años comencé a enterarme de los rasgos fundamentales para entender la música “clásica”, y es que en realidad quería comprender lo que tanto me gustaba oír.
Conocí varios instrumentos, algunos muy extraños para mí como el contrafagot. Aprendí que existen diversas secciones para acomodar la instrumentación. Supe que la cantidad de los músicos en una orquesta responde a las necesidades de una obra específica, no es el mismo número de músicos que requiere un concierto de Mozart que uno de Dvorak.
Sin embargo, definir el término música clásica no es tan sencillo como parece. Pienso que consigo trae una carga social, que muchas veces es errada. Cuando decimos música clásica pensamos en alguien muy elegante con una copa de vino tinto en mano que escucha música inentendible y, en realidad, no es así. Esta idea, sobre todo en México, nace en el siglo XIX, específicamente con el porfiriato, donde la influencia por la cultura europea resultó fundamental. Ahí tenemos el Palacio de Bellas Artes que aún sigue celebrando conciertos de cámara y óperas; si vamos a tal reciento es bien sabido que debemos vestir “formales”, es una costumbre. Asimismo hemos clasificado a la música clásica, como protocolo y, hasta diría yo, como una “pose”.
En realidad la clasificación de la música clásica alude al neoclasicismo europeo, a una época histórica y artística que va de 1700 a 1800, aproximadamente. ¿Quiénes son músicos clásicos, entonces? Beethoven, Mozart y Haydn lo son, por ejemplo. Entonces ¿qué ocurre con compositores como Bach, Vivaldi, Rossini, Chopin, Schubert? Estrictamente, ellos pertenecen a otras épocas artísticas. Bach y Vivaldi podrían clasificarse en el Barroco. Por su parte Rossini, Chopin y Schubert se clasifican en el Romanticismo.
Los artistas responden a épocas y movimientos que con el tiempo son clasificados; pasa con la arquitectura, la pintura, la literatura y evidentemente, con la música. Y entonces ¿por qué si los artistas y las obras tienen una clasificación seguimos usando el término música clásica?
Creo que lo hacemos por protocolo, como decía al inicio, por costumbre y quizá hasta por algo de respeto. Pensemos que no es incorrecto, que tiene que ver con el lugar en el cual se toca este tipo de música, con los instrumentos que se usan y hasta si hay un director en la orquesta. Al final solo son datos que nos permiten determinar un tiempo, un contexto y las características de una obra; lo importante es experimentar y acercarnos a esta música que más allá de su temporalidad, sigue conmoviendo cuando la escuchamos ya sea en un viaje al trabajo con nuestros audífonos o en una sala de orquesta.