“A donde fueres, haz lo que vieres…” así menciona un dicho popular, y sí, muchas veces sirve para saber cómo comportarnos en ciertos lugares. Cuando niña, mamá me llevaba a los museos y solíamos ver a muchos niños que corrían en las salas de arte, este comportamiento no dejaba disfrutar realmente al público. Recuerdo mucho que mamá siempre me dijo que debía saber en dónde podía correr y en dónde era momento de poner atención y admirar.
Es similar ahora que voy a la orquesta: puedo ver personas que son como niños corriendo en salas de museo. El artículo de hoy no es para nada una pretensión ni es para que después publiquemos un manual de Carreño, solo es una recomendación de cómo deberíamos comportarnos cuando vamos a la orquesta, así como cuando asistimos a un museo, a la iglesia —si es tu caso—, a la casa de los suegros —si es tu caso, también.
La regla de oro, diría yo, para ir a la orquesta y quizá a cualquier lugar, es tener mucho respeto por lo que vas a presenciar. Piensa que los músicos, en el caso de la orquesta, que van a interpretar algo para el público se esfuerzan muchísimo por presentar un acto de gran dificultad.
Con esa primicia, pasemos a hechos más técnicos. ¿Cómo vestirnos? Alguna vez hablé de dónde viene todo el protocolo de la “elegancia” y aunque no es necesario que vayas de frac, puedes vestir con algo casual. Quiero contarte que la vestimenta también depende del día en que vayas. Por lo regular los sábados, que los conciertos son por la noche, la gente va más formal; los domingos es más casual porque es a medio día.
¿A qué hora llegar? Las orquestas son sumamente puntuales, si el concierto empieza a las ocho de la noche, significa que a esa hora debes estar en tu butaca, escuchando el concierto. Así que llega 15 o 20 minutos antes. Si se te hace temprano, puedes pasar a la cafetería a tomar algo. Desde mi perspectiva, las cafeterías de las orquestas son caras. En mi ritual para ir a un concierto está el de llegar mucho antes para afuera comprar un café y un chocolate, me siento a ver pasar la gente y luego entro al concierto, sin haber gastado tanto. Pero si te apetece una copa de vino en la antesala de la orquesta, también es una linda experiencia.
Una vez que estés en la sala en el lugar asignado, el cual elegiste cuando compraste tu boleto, no te muevas de ahí. Siempre he pensado que la orquesta no es para la gente hiperactiva, tienes que sentarte y saber que vas a ser un solo ente con tu butaca. Aunque esto podría sonar tiránico, no lo es tanto, creo que si te dejas llevar por la música, lo corpóreo pasa a segundo plano. Además los asientos de las orquestas suelen ser cómodos. No subas los pies en la butaca de otra persona, si alguien va a pasar, junta tus piernas. Es casi como estar en el cine, pero muy bien portados.
Hay algo de suma relevancia: el ruido en la sala. La música requiere del silencio necesario para ser apreciada y aunado a ello, los músicos necesitan mucha concentración para oírse a sí mismos y a sus compañeros, por eso es tan importante permanecer en silencio. También es relevante porque las personas van a un concierto a oír la música, es más que obvio decir que el sonido de un celular, un tosido exorbitante o la envoltura de un dulce son molestos tanto para el público como para la orquesta. Así que si ese fin de semana tienes una tos horrible, mejor quédate en casa a reposar. Considera que es magnífico apagar el celular por dos horas, de verdad la música te hace viajar desde una butaca. Intenta desconectarte de lo exterior cuando estés en una sala de música.
Aquí va mi consejo final: aplaude cuando haya terminado totalmente la música. Los conciertos de música clásica suelen tener varios movimientos y es muy recomendable aplaudir hasta el final. Esto permite que la continuidad de la música no se pierda, asimismo, que los intérpretes permanezcan concentrados en la ejecución.
Sé que son muchas minucias, pero mientras recuerdes la regla de oro, todo será más sencillo. Así que disfruta los conciertos, cuando volvamos a salir de casa.