Los monumentos representan instantes históricos, muchas veces con un significado para la población. En la Ciudad de México, y lo expongo así porque son las calles que camino, hay muchos que dan cuenta de momentos históricos, de lucha, de nepotismo también.
Ha habido polémica acerca de los últimos movimientos de protesta en la ciudad, pienso concretamente en el pasado #8M, donde una de las estatuas de Bellas Artes fue pintada. La efigie de Francisco I. Madero fue rayada y aunque muchas personas no estuvieron a favor, el propio escultor, Javier Marín, dijo en su cuenta de Instagram:
“Por eso se instaló sin pedestal, para que el Padre de la democracia fuera parte de las manifestaciones sociales y democráticas. Ojalá se quedara así como testimonio de esta protesta.”
Con dichas palabras, retomo lo anterior, los monumentos son representaciones de instantes históricos y en este caso de una protesta. Las sociedades se transforman respecto a ciertas necesidades y estamos viviendo una época que necesita profundos cambios. Dejemos de ver los monumentos como entes inmarcesibles, dejemos que el tiempo los toque, permitámonos verlos como objetos de cambio y no como adornos citadinos.
En la imagen, Fco. I, Madero de Javier Marín.