Al sur de la Ciudad de México, hemos visto, frecuentemente, al pasar por Avenida Insurgentes, una escultura bellísima, se encuentra muy cerca del Cuerpo de Bomberos de la UNAM. ¿La reconoces?
Alguna vez, un amigo arquitecto me dijo que se llamaba El Beso y tenía lógica, la escultura muestra dos cuerpos amorfos que de alguna manera se encuentran, realmente parece ser un beso. Sin embargo, querido lector, cuando investigué para escribir este artículo, no encontré el dichoso beso por ningún lado y se debió a que no se llama así.
Su verdadero nombre es Los caminos de la justicia hacia el siglo XXII y es del escultor Enrique Carbajal González, mejor conocido como Sebastián. Puedes identificar más a este artista por su obra Cabeza de Caballo en Paseo de la Reforma, ese caballito amarillo tan icónico del Centro Histórico.
Los caminos de la justicia hacia el siglo XXII es una pieza totalmente blanca, símbolo de la justicia, pues representa la luz. Las dos figuras que se unen son una representación ancestral del equilibrio e igualdad. Las dos esferas de la parte inferior son idénticas y pesan lo mismo, aunque tienen diferente posición, representan dos mundos que se ven desde diferentes perspectivas. En la parte superior hay una vara con cónicas, símbolo del espacio-tiempo.
La escultura alcanza casi los 40 metros de altura. Pesa 200 toneladas de hierro y en su fabricación se tomó en cuenta el equilibrio, la tensión y la contención, para que estuviera bien cimentada. Los caminos de la justicia hacia el siglo XXII fue elaborada por artesanos mexicanos. Inaugurada en 2011 y creada en solicitud de la Suprema Corte de Justicia.
Si bien este monumento representa algo muy distinto a lo que creí, me gusta pensar que las esculturas que nos acompañan en la ciudad tienen un sentido colectivo e individual. Forman parte de la interpretación que en sí misma nos brinda el arte.