Disparos retumban en el aire, el sonido penetra las habitaciones de la casa ubicada en los linderos del río Churubusco, en Coyoacán, pueblo aledaño a la Ciudad de México. Una cuadrilla armada cruza la noche e irrumpe en la casa del político ruso exiliado en México: León Trosky. Transcurría el mes de mayo de 1940 y David Alfaro Siqueiros comandaba la misión del atentado contra Trosky, quien resultó ileso de ese episodio y le costó a Siqueiros el exilio en Chile y en otros lugares de Sudamérica. Éste y muchos relatos más definen la vida de José de Jesús Alfaro Siqueiros, muralista, pintor, revolucionario y activista político, siempre controvertido pero sobre todo comprometido con su plástica y causas que guiaron su camino desde 1914.
La política convertida en arte, así es como muchos críticos y especialistas en el tema definen las obras del pintor combatiente, el coronelazo. Nacido en la Ciudad de México, el 29 de diciembre de 1896, Siqueiros pasó temporadas en Irapuato, Guanajuato, donde realizó sus primeros estudios. En 1911, de vuelta a la gran metrópoli, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y por las noches asistía a la Academia de San Carlos, la escuela de pintura por antonomasia. Desde temprana edad, se interesó por los movimientos sociales, lo cual implicó su entrada al ejército constitucionalista para luchar por la Revolución en 1914, un parteaguas que lo llevaría a descubrir a las masas trabajadoras: campesinos, obreros, artesanos e indígenas. Un lustro después, en 1919, partió a Europa donde la intensa experiencia de la guerra y el conocimiento cercano del arte, marcarían su mirada y su obra.
A su regreso a México, y junto a sus contemporáneos José Clemente Orozco, Diego Rivera y Fermín Revueltas, fundó el Sindicato de Pintores, Escultores y Grabadores Mexicanos Revolucionarios. Un año después inició la publicación del periódico El Machete, órgano de difusión del Partido Comunista Mexicano en el que militó y le costó su libertad en Lecumberri. Después de exiliarse en Estados Unidos, donde pudo exhibir su trabajo en Nueva York, transcurría el año de 1932 cuando completó su mural “América tropical”, en la Sala Italiana Olvera Street en Los Ángeles, California. Multicultural y talentoso, Siqueiros pintó en Argentina el mural “Ejercicio plástico” y “Eco de un grito” y “El suspiro” en el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Su simpatía por las causas republicanas, lograron que se incorporará en 1937 a las filas de los combatientes de España contra el franquismo. De ahí el sobrenombre de “El Coronelazo”, mote con el que hasta hoy día se le identifica.
Entre sus grandes obras destacan el mural “Patricios y Patricidas” ubicado en la antigua aduana de Santo Domingo, en la Ciudad de México (actual sede de la Secretaría de Educación Pública); en el Tecpan de Tlatelolco, “Cuauhtémoc contra el mito”, en el Palacio de Bellas Artes, el tríptico “Nueva Democracia” y “La marcha de la humanidad” en el Poliforum, ésta última quizá la de mayor expresividad y monumentalismo, en el que formas dinámicas, presencia salvaje y directos significados políticos, nos manifiestan la inquietud del maestro: el objetivo de encontrar la idónea fusión entre pintura, escultura y arquitectura.
David Alfaro Siqueiros murió en Cuernavaca, Morelos, el 6 de enero de 1974, dejando un gran legado para la plástica mexicana.