Santa, escrita por Federico Gamboa y publicada en 1903, es una novela en la que la Ciudad de México y la enfermedad se encuentran presentes y en ocasiones se configuran como personajes. Además de retratar a la sociedad y sus enfermedades —que a veces manifiestan síntomas no físicos sino morales— Santa tiene varios elementos religiosos y es justamente de lo que quiero platicarte un poco.
Empezando, claro, por el nombre de la novela: Santa, que es justamente el que recibe la protagonista por haber nacido el día de Todos los Santos y que inmediatamente relacionamos con lo perfecto, lo divino, libre de pecado y culpa. Enseguida el epígrafe, con una cita de Oseas, profeta del Antiguo Testamento, que nos acerca más al contenido: relaciones adúlteras, hombres que buscan la compañía de las rameras.
En la carta dedicada a Jesús F. Contreras, que por cierto quien la lee es el espíritu de Santa, nos damos una idea de que en la historia se castiga y redime al personaje: “No vayas a creerme santa porque así me llamé” “oh, estoy segura, lo mismo que lo estoy de que me ha perdonado Dios!
Santa es también una exaltación de la doctrina religiosa: para llegar a redimirse debe atravesar una vida de dolor.
Puede decirse que la construcción de la novela se basa en tres elementos religiosos: el pecado, el arrepentimiento y el perdón.
El escenario para que todo esto pase es Chimalistac, un lugar limpio, puro, el Edén; se contrapone con la ciudad, un lugar de perversión y donde Santa comete su pecado (que no te voy a decir por si no la has leído).
Una vez que la novela avanza nos damos cuenta de que Santa tiene un deseo de seguir en comunión con Dios: va a la iglesia, reza, pide perdón, lo que eventualmente le ayudará a obtener la redención.
Si no has leído Santa o si ya no te acuerdas, te invito a que le eches una hojeada, quizá en tu lectura descubras otros elementos interesantes.