¿Te imaginas un México sin cenotes? ¿Te imaginas un México sin la cultura maya?, ¿sin cochinita pibil ni panuchos?, ¿sin Chichen Itza? ¿Te imaginas un México sin Yucatán?
La historia, que a veces nos da sorpresas y sustos, contiene en el caso de México un capítulo sobre la República de Yucatán. Y ahora que se celebra el cumpleños de su anexión definitiva a México (quien dice definitiva, dice un largo por ahora, porque nunca se sabe…), es un buen momento para que recordemos algunos de los datos esenciales de la constitución y desaparición de este pequeño estado independiente.
Recordemos en primer lugar que las divisiones políticas de México han ido cambiando a lo largo de décadas y siglos. Cuando hablamos de Yucatán en el siglo XIX, hablamos de todo el territorio que hoy comprende los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, que no estaban divididos en aquel entonces.
Desde la llegada de Cortés y su séquito español a territorio mexicano, y durante todo el periodo del virreinato, Yucatán siempre se mantuvo un tanto independiente del gobierno central de México; el territorio yucateco funcionó en realidad como una capitanía.
En 1821, cuando México se declara independiente y se convierte en un territorio de estados federativos, Yucatán pasa a ser parte de este nuevo panorama político, pues la federación garantizaba su autonomía. Sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar cuando México, imitando a otros países que ya no seguían el regimen federativo, pasó a ser un estado centralista. Esto limitaba la autonomía de los diferentes estados y a Yucatán, históricamente autónoma e independiente, esto no le gustó.
Varios estados se revelaron, pero como México ya estaba inserto en diferentes conflictos bélicos, principalmente al norte del país, no tuvo recursos ni económicos ni humanos para mitigar la rebelión de la sureña península, y Yucatán, aguerrida, declaró su independencia en 1841 bajo el liderazgo de Miguel Barbachano, constituyendo así la república de Yucatán.
En pocos años el territorio salió y entró de los límites mexicanos un par de veces, pues declaró su independencia en 1841, como acabamos de mencionar, pero lo hizo por segunda vez en 1846, constituyendo la Segunda República de Yucatán. ¿Y qué pasó entre medias para tener que declarar nuevamente su independencia? Pues que Andrés Quintana Roo convenció a los yucatecos de reintegrarse a la república de México prometiéndoles garantizar su autonomía. Pero el convenio especial que les garantizaba la autonomía se eliminó en 1845 y, por ello, se dio la segunda declaración de independencia.
Este segunda república duró sólo hasta 1848, cuando Yucatán vuelve a integrarse al estado mexicano, ahora sí de forma definitiva. ¿Y ahora por qué se volvieron a unir? Pues porque la República de Yucatán libró una batalla interna contra los mayas (Guerra de Castas) y éstos, que son los que verderamente heredaron el valor y el arrojo a los yucatecos, ya estaban venciendo, por lo que Yucatán tuvo que pedir ayuda a México y la ayuda, como siempre, no llegó gratis.
La división actual del original territorio de Yucatán en tres estados diferentes: Campeche, Quintana Roo y Yucatán, bien puede entenderse como una estratregia del gobierno central para debilitar a unos yucatecos que mostraron siempre ser muy aguerridos y estar dispuestos a luchar por su autonomía.
Como hayan sido las luchas, las declaraciones de independencia y los intereses políticos de aquellos años, lo cierto es que hoy México tiene que alegrarse y enorgullecerse de tener como parte de su territorio a Yucatán; a su gastronomía, una de las más deliciosas del país; sus playas, inigualables, y su valiosísima cultura maya, entre otras bondades que esta península le brinda al país.
¡Celebremos nosotros la anexión definitiva de Yucatán con una sopita de lima!
Fotografía principal: Zona arqueológica Mayapán, Yucatán. Foto: Mauricio Marat / INAH