Por Javier Flores
El de Carlos González Peña es un nombre que ha pasado desapercibido en las letras mexicanas, sin embargo, la importancia de la trayectoria de este personaje no es poca.
Nacido en Lagos de Moreno, Jalisco, en 1885, este escritor y periodista llegó a ser miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Pero para lograr hacerse un hueco en el periodismo y en las letras mexicanas, tuvo que trabajar duro y superar no pocos desaires de la vida.
Huérfano de padre desde muy joven, dejó la escuela para ayudar a su madre en la manutención de sus numerosos hermanos. En 1902 se trasladó a la Ciudad de México y tuvo algunos trabajos en la Secretaría de Guerra y en la Dirección General de Bellas Artes. Después de esto logra incursionar en el periodismo, profesión en la que encontrará su verdadera vocación.
González Peña trabajará en el Diario Patria, de Irineo Paz, y en El Diario, de Juan Sánchez Azcona. Posteriormente logrará fundar algunas revistas propias, como México, Savia Moderna y El Universal Ilustrado, en el que escribió desde su fundación en 1915 y hasta su muerte en 1955 bajo el seudónimo Maese Pedro.
A la par de su labor como periodista Carlos González escribió también varias obras literarias. Entre sus novelas destacan De noche, La Chiquita y La musa bohemia. Hizo un intento por incursionar en la dramaturgia con una obra titulada El huerto, que llegó a publicarse y a representarse bajo el nombre de Comedia de ensueño. El fracaso de esta obra lo desilusionó de tal forma que no volvió a escribir teatro pero eso sí, nunca dejó de escribir.
Encontramos en su trayectoria otras obras, de corte más pedagógico y ensayístico, como Historia de la Literatura Mexicana, El Jardín de las Letras o La vida Tumultuosa. Esta última obra recoge sus experiencias en Estados Unidos cuando fue invitado, junto a otros personajes mexicanos, por el presidente Woodrow Wilson.
Por si la elaboración de todos estos escritos fuera poco, González Peña también fue profesor de la Facultad de Filosofía y Letras y de la Escuela superior de Comercio, fundador del Ateneo de la Juventud y tutor nocturno de personas de escasos estudios.
Su trayectoria le hizo merecedor de ser aceptado como miembro de la Academia de la Lengua desde 1931 y del Premio Nacional de Literatura en 1947.
Foto principal: Prensa de vreimunde, CC BY 2.0