Decía el filósofo español Miguel de Unamuno que existen dos tipos de historia: la historia que se cuenta en los libros, llena de personajes concretos que destacaron por eventos puntuales, y lo que él llamaba la intrahistoria, que es la historia que nunca se cuenta, la de los millones de seres cotidianos que, sin grandes eventos en los que hayan destacado, son los que realmente construyen la historia de los diferentes países y conforman su verdadera esencia e identidad.
Pienso que un tipo concreto de esos seres cotidianos que realmente conforman la historia y de los que nunca se habla en los libros, son precisamente los profesores de historia. Maestros que dedican su vida a conocer la historia y a transmitirla generación tras generación, enseñándonos qué ocurrió en nuestras naciones, quién hizo qué, qué eventos relevantes debemos conocer y, también, ya en décadas más recientes, cuáles eran los aspectos importantes de la vida cotidiana en una u otra época.
Entre otras muchas personas, esos profesores que enseñan historia, son los que, de acuerdo al filósofo español, realmente construyen la identidad de los pueblos. Uno de esos profesores de historia anónimos y cotidianos fue el Mtro. Alberto Luis Sánchez. Profesor fundador del Colegio de Ciencias y Humanidades de la UNAM en 1971, el profesor Luis Sánchez pasó 41 años ejerciendo la noble (y en nuestros tiempos terriblemente degradada) profesión de transmitir sus conocimientos a decenas de generaciones que pasaron por sus aulas.
La historia probablemente no dejará su nombre escrito en los libros que estudien los futuros mexicanos, pero Mexicanísimo siempre tiene como objetivo rescatar a esas figuras tan desconocidas como valiosas, por lo que hoy, a un año de su fallecimiento, recordamos algunos aspectos de la vida del profesor Luis Sánchez.
Alberto, el mayor de seis hermanos, nació un 11 de junio de 1943 en Reforma, Oaxaca. Tras vivir sus primeros años entre Oaxaca y Chiapas, llegó a la Ciudad de México con 12 años para estudiar la secundaria y desde entonces se convirtió en un chilango más que ya nunca abandonó la ciudad como lugar de residencia, aunque en las muchas conversaciones que le dedicaba a su tierra natal parecía teletransportarse.
Comenzó la licenciatura en Química en la UNAM para luego redirigir sus intereses hacia la Filosofía, que cursó en la Facultad de Filosofía y Letras, en aquellos maravillosos años en los que en las aulas enseñaban Eduardo Nicol y Ramón Xirau y Adolfo Sánchez Vázquez, entre otros.
Licenciado en Filosofía y Maestro en Estudios sobre las Relaciones México-Estados Unidos, pasó su vida académica enseñando Teoría de la Historia e Historia de México. Colaboró en más de quince libros didácticos de historia, escribió artículos como historiador y durante años fue testigo y juez de los nuevos profesores de historia que ingresaban al CCH. En su casa estaba, entre otros premios y galardones, la medalla al Mérito Universitario.
Pero no todo era historia en la vida de este profesor. La música lo acompañó desde siempre. Melómano empedernido, tocaba varios instrumentos, cantó en el coro universitario en sus años de estudiante y formó un grupo, un trío con el que grabó un disco y pasó incluso por los escenarios del Canal Once. Amante de los boleros, podía escuchar a Bajofondo o a Jenny and the Mexicats, grupos actuales de los que alabó su destreza musical.
Fiel lector de Saramago y de Shakespeare, por muchos años se negó a leer el Quijote, considerando que esta obra había alcanzado una gran fama sin merecerla. Hasta que la leyó y sucumbió a sus encantos, tal y como sucumbió ante la novela de Venegas, Las aventuras de don Chipote o Cuando los pericos mamen, probablemente, la obra literaria que más citaba en los últimos años.
La vida del profesor Alberto Luis Sánchez no quedará plasmada en los libros de Historia de México, pero a un año de la muerte de este hombre que comprometió su vida con la historia de su país, es buen momento para recordarlo y hacerle un tributo, a él y a tantos profesores de historia que, olvidados por la propia historia, son los garantes de que ésta siga viva.
Afortunados los que tuvieron la oportunidad de conocer la historia de México desde la mirada y sapiencia del profesor Luis Sánchez.
Fotografía principal: Bolero de Masakazu Matsumoto, CC BY 2.0