Existe un dicho muy popular que dice que “después de ahogado el niño, tapamos el pozo”. En nuestro país, esta situación sucede con excesiva y lamentable frecuencia. ¿Por qué esperar a que se muera la vaquita marina para ponerle un monumento? ¿Por qué esperar a que desaparezcan los ajolotes para buscar culpables? ¿Por qué esperar a que las ciudades se vuelvan irrespirables para lamentar todo lo que no hemos hecho? Tendemos a aprender demasiado tarde.
En varias ciudades, al parecer, algunas organizaciones y algunos gobiernos pretenden cambiar este comportamiento, con dos campañas necesarias a las que todos debemos sumarnos: la prohibición o reducción en el uso de bolsas de plástico y las campañas de reforestación. Aquí mencionaremos la segunda.
India realizó, hace unos meses, la campaña de reforestación más grande de la historia: con un enorme ejército de 1,500,000 ciudadanos y una coordinación previa impresionante de sociedad civil y gobierno, plantaron 66 millones de árboles en 12 horas. Con esto batieron el récord anterior de 50 millones en 24 horas, alcanzado en aquel mismo país en 2016. Impresionante, y merece un aplauso.
¿Podemos nosotros hacer algo así? Hace unos días la jefa de gobierno de la Ciudad de México habló de un proyecto de 10 millones de árboles en 18 meses. Comparado con el logro de India, parece poco y en un periodo de tiempo muy largo. Nosotros creemos que puede acelerarse y superar dicho objetivo, si se incluye al resto del país y, sobre todo, si se involucra a las organizaciones ciudadanas.
Y no por el simple hecho de derrotar a los hindúes, sino por evitar la terrible contaminación de primavera que azotó este año a varias ciudades. Los incendios mostraron la enorme necesidad de trabajar en conjunto, y rápido. Sembremos por lo menos esos 10 millones de árboles, pero en seis meses, antes de fin de 2019; volvámonos agentes de cambio y no agentes de lamento; prediquemos con el ejemplo de un compromiso global.
Sabemos, antes de que aparezcan las excusas, que no es sencillo porque, para iniciar, no tenemos ni las plantitas que serán futuros árboles, ni tenemos indicaciones de dónde se plantarán, aunque ideas sobran. Sabemos también que hay muchos rencores a flor de piel y que casi cualquier propuesta es dinamitada por contrincantes. Pero detenernos en las piedras conocidas no resolverá los problemas que tenemos frente a nuestras narices.
Si en algo podemos ponernos de acuerdo todos, sin distinción de partidos o tendencias políticas, es en la necesidad de volver respirable este país. Invitamos a los órganos de gobierno, a los grupos sociales, a las empresas, a sentarnos a la mesa y plantear un plan agresivo del que nadie se cuelgue medallas, cuyo único objetivo sea que nuestros hijos puedan seguir viviendo en México. Nosotros nos sumamos, aportamos lo que se requiera de nuestra parte, colaboraremos en difundir y en ayudar a plantar, pero integremos al país alrededor de los árboles, sin distinción de logotipos o tendencias.
Hagamos las cosas por México, y plantear un objetivo que nos vuelva orgullosos de ser mexicanos es posible.
Foto: «Jardines Mèxico» por JoAnto., CC BY-ND 2.0.