Por extraño que parezca, en la ciudad de Orizaba, en pleno estado de Veracruz, existe un auténtico palacio europeo que combina elegancia con historia, cultura e incluso sabor. Se trata del Palacio de Hierro. Pero no me refiero a la tienda departamental, sino a un verdadero y enorme recinto de metal cuyas entrañas preservan algunos de los secretos mejor guardados de la región. Veamos.
Durante el gobierno del presidente Porfirio Díaz, Orizaba era la quinta ciudad más importante del país y la más rica e industrializada del estado. Pero no solo esto, el propio mandatario consideraba a la pequeña urbe como la más culta y educada de todo el país. Esta fama traspasó las fronteras y, a finales del siglo XIX, decenas de familias adineradas de Europa y los Estados Unidos comenzaron a asentarse en la región para hacer fortuna.
Pues bien, la ola migratoria trajo consigo nuevas formas de ver el mundo: educación, moda, literatura, arte e incluso deporte llegaron de pronto para quedarse. Ante este escenario, en 1891 el presidente municipal, Julio M. Vélez, consideró que la ciudad necesitaba un símbolo que representara su nueva y próspera realidad. Por ello, ideó la construcción de una nueva sede que albergara la Presidencia Municipal y se la encargó ni más ni menos que a quienes se consideraban los mejores diseñadores de palacios en Europa: una afamada constructora originaria de Bélgica, la cual, sin escatimar gastos, contrató al ingeniero civil francés Alexandre Gustave Eiffel, quien apenas dos años antes había terminado de construir la emblemática torre de París.
¿Sabías que? En el año 2015, fue develada una estatua controversial de Porfirio Díaz, justo en la Plaza Bicentenario, misma que en estos días busca remover el cabildo de la ciudad.
Así, con un costo de entre 70 mil y 80 mil pesos oro, se diseñó un palacio de dos niveles, de estructura metálica, completamente desarmable, y de un peso aproximado de 600 toneladas. Cada pieza fue forjada por separado en los talleres belgas. Los 3 mil 369 bultos de estructura metálica fueron trasladados hasta el puerto de Veracruz en tres buques, después se utilizó el ferrocarril e incluso decenas de lomos de mula para llegar a su destino final, ubicado en una zona altamente montañosa. El costo total fue tan elevado que se tuvo que prescindir tanto de Gustave Eiffel como de sus trabajadores para su cimentación y ensamblado, y se utilizó personal estrictamente local para ajustar sus 823 mil 222 tornillos.
Durante 97 años –hasta 1991– el Palacio funcionó como sede del poder municipal. Entonces, con el traslado del Gobierno local al antiguo edificio del Centro Educativo Obrero, la construcción metálica fue destinada para otros fines, como oficinas, museos e incluso cafeterías.
En la actualidad, remodelado y restaurado, el Palacio de Hierro de Orizaba alberga las oficinas de turismo municipal, la Biblioteca Pública María Enriqueta McNaught, salas de conferencia, una popular y sabrosa cafetería con terraza y, lo más importante, algunos de los museos más interesantes de la ciudad, que además son gratuitos, como el Museo del Futbol, en el cual podemos enterarnos de que, contrariamente a la creencia popular, la cuna del balompié mexicano no es Pachuca, sino Orizaba, pues en este lugar, y gracias a la ola migratoria del porfiriato, se jugaron los primeros partidos informales en 1896 y también los primeros torneos bien organizados.
¿Sabías que? El equipo campeón del primer Torneo Nacional de Futbol Oficial fue, precisamente, el Orizaba, el año de 1902.
Otro de los museos localizados en el Palacio es el de la Cerveza. Asegura la filosofía local que el clima húmedo, el agua del subsuelo y la altitud de la ciudad perfectos para elaborar la mejor cerveza del mundo. Los orígenes de esta industria orizabeña datan de 1894 y gracias al museo podemos recorrer la historia y las virtudes de uno de los principales productos de la región, así como conocer marcas que hoy ya no existen, como la Cerveza Juárez, la Flor de Moctezuma, la Extra Dry Champagne-Beer, la Elefantes, la Reyes de España o la Reina Victoria.
Siguiendo la ruta de los museos dentro del Palacio de Hierro, toca el turno al Museo de las Raíces de Orizaba, que ofrece un amplio paseo por la geología y arqueología locales. Este recinto posee un lazo especial con el monolito que se encuentra a unas cuantas cuadras de distancia, en el Cementerio Municipal Juan de la Luz Enríquez, la llamada Piedra del Gigante, una inmensa roca labrada que se cree era una especie de altar o plataforma gladiatoria.
Finalmente, el Museo Interactivo, ideal para niños y jóvenes, presume uno de sus mayores atractivos: el traje autografiado con el que el doctor Rodolfo Neri Vela viajó al espacio en 1985, con lo cual se convirtió en el primer astronauta mexicano y el segundo latinoamericano.
Pocos lugares, como el Palacio de Hierro de Orizaba, pueden presumir que incluso sus tornillos guardan un rico puñado de historias.
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Foto principal: Karina Flores.