Todos conocemos la historia del minero heroico que, bajo órdenes del cura Miguel Hidalgo, derribó la puerta de la Alhóndiga de Granaditas el 28 de septiembre de 1810. Con una loza de cantera atada a la espalda, “El Pípila” se abrió paso bajo el fuego realista y quemó la barrera que separaba a las fuerzas independentistas de los españoles refugiados en el interior del edificio. A pesar de su popularidad entre los mexicanos, algunos historiadores han puesto en duda la existencia de este personaje, alegando que fue un mito que se transformó en realidad, mientras otros defienden que el hecho fue verdadero.
Paco Ignacio Taibo II, por ejemplo, es uno de los que argumentan que el minero fue real. En su libro El cura Hidalgo y sus amigos (Planeta, 2011) el escritor enumera testimonios y documentos que prueban la existencia de “El Pípila”, entre ellos el escrito Memoria sobre los primeros pasos de la Independencia, de Pedro García, recuento de un testigo que participó en la toma de la Alhóndiga. García le llama Juan José Martínez y lo describe como un hombre flaco, de baja estatura y que parecía padecer una enfermedad común entre los mineros de la época.
De la misma forma, Taibo II presenta el testimonio de Antonio Onofre Molina, comandante de la escolta de Hidalgo, quien envío una carta a la viuda de “El Pípila”, reconociendo su hazaña; así como el de José María Liceaga, historiador también presente en el hecho, quien lo reconoce como un hombre llamado Mariano, un minero que pasaba frente a la Alhóndiga camino a trabajar. Corrobora aún más su existencia al presentar un acta de nacimiento y otra de defunción descubiertas por Ezequiel Almanza en Guanajuato.
Así que “El Pípila” parece ser real, aunque no hay claridad respecto a su nombre ni su destino final, pues hay quienes dicen que murió durante la guerra independentista, otros que cayó víctima de una enfermedad poco después y algunos más que falleció a los 91 años en Guanajuato, según el acta de defunción mencionada anteriormente.
En cambio, el principal opositor a la existencia de “El Pípila” fue el historiador conservador Lucas Alamán, quien cuestionó la validez del testimonio de Carlos María Bustamante (el primer historiador que contó las hazañas del minero). Bustamante narra que Hidalgo pidió directamente a “El Pípila” que se encargara de quemar la puerta de la Alhóndiga. Alamán cuestiona este hecho, pues, como testigo presencial de la batalla, relata que Hidalgo no se encontraba en el frente de la lucha, sino en el cuartel de caballería, lejos del lugar, y que en Guanajuato no se conocía a nadie a quien se le llamara por ese nombre.
Este tipo de contradicciones en los testimonios de quienes estaba ahí son las que han vuelto a la figura de “El Pípila” un personaje tan controversial en la historia mexicana, parecido a lo que sucede con Los Niños Héroes. El debate continúa hasta el día de hoy y es probable que siga en las décadas por venir. Pero sea cual sea la versión real, la historia de “El Pípila” tiene un impacto fuerte en nosotros los mexicanos, pues su protagonista fue un hombre humilde e ingenioso que arriesgó su vida por la lucha independentista.
Foto principal: Secretaría de Turismo de Guanajuato