Empieza el año con un nombramiento de gran importancia a nivel internacional, el de Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot, como presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un organismo dependiente de la Organización de Estados Americanos (OEA). Ferrer Mac-Gregor, juez de la Corte Interamericana desde 2013, es el tercer mexicano en ocupar ese cargo, después de Héctor Fix-Zamudio y Sergio García Ramírez.
No solo se trata de su probada capacidad, pues estuvo anteriormente en nuestra Suprema Corte de Justicia de la Nación y ha presidido diversas instituciones, se trata de un reconocimiento a su sensatez, a su visión y a su postura imparcial en temas fundamentales en nuestro continente.
¿Hasta dónde Ferrer Mac Gregor Poisot -licenciado en Derecho, doctor en Derecho por la Universidad de Navarra, España y Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Baja California- podrá colaborar para atender este enorme problema? Nosotros creemos que tiene los merecimientos y la personalidad para hacerlo. El asunto de los derechos humanos, y más concretamente la transgresión que existe de los mismos en muchos países americanos, es esencial y México juega un papel importante en ambos sentidos –desafortunadamente–, tanto en la promoción, el cuidado y la defensa, como en la frecuente violación de los mismos, algo que lamentablemente no se ha reducido.
La CIDH fue creada en 1959, y puede atender tanto peticiones individuales como colectivas, además de monitorear las condiciones nacionales y atender prioridades regionales para asegurar el derecho a la justicia.
Trabajo complicado el que le espera, en especial a últimas fechas, donde el paso de migrantes latinoamericanos se ha incrementado y con ello los delitos relacionados. México maneja un doble mensaje frente al mundo, porque si bien es reconocida nuestra postura en la defensa y refugio de personas que se ven obligadas a dejar su país, también es cierto que ha exhibido enormes carencias en la atención y respeto a quienes vienen de paso o de manera definitiva. No podemos ignorar actitudes racistas, discriminación y abuso en nuestro territorio, donde la responsabilidad se reparte en órganos de gobierno y también en ciudadanos que vemos como agresores a quienes llegan. Tenemos mucho que hacer en el aspecto legal, en la vigilancia, pero también en la educación de quienes deberíamos hacer válido y vigente ese dicho común que se usa solamente para quienes vienen como turistas: mi casa es tu casa.
Suerte, don Eduardo, y un abrazo, requerimos más mexicanos excepcionales que se destaquen en su campo de acción.
Foto principal: CIDH