El centro de Tlaxcala fue unos de los lugares más importantes para la conquista, desde la alianza que los tlaxcaltecas establecieron con los españoles, hasta la fundación de una ciudad meramente utópica, pues sus edificios, sus iglesias son el reflejo de un mundo elaborado desde la visión europea.
Esta vez, mi recorrido comenzó en la Capilla del pocito, lugar que encontré antes de llegar a la Basílica de Ocotlán. Debajo de esta, se oye el correr de un río que memora la época que ilustró el muralista Hernández Xochitiotzin en este sitio sacro. La leyenda que circunda a este lugar dice que en Tlaxcala una enfermedad fulminaba a los pobladores, así un indio llamado Juan vio a una virgen en un árbol de ocote, ella le dijo que tomara agua del manantial encontrado ahí y así podría curar a los tlaxcaltecas del severo padecimiento; el indio Juan lo hizo y el pueblo sanó. De esta forma la virgen cobró prestigio, la nombraron la Virgen de Ocotlán, en su honor construyeron una capilla y posteriormente la basílica.
Ya en la Basílica de Ocotlán me encontré con una maravillosa estructura de 1514, tal como la Catedral de la Ciudad de México, esta también posee un sagrario donde se llevan a cabo los sacramentos como el bautismo. La Basílica es una obra totalmente barroca en honor a la Virgen. Al entrar se observa la influencia del barroco, el miedo al vacío. Resulta necesario mirar el camarín de la virgen para apreciar esta máxima expresión artística.
Después, recorrí la iglesia de San Francisco que guarda el eco de la evangelización, por un lado están las capillas abiertas donde se impartía la religión al aire libre a los indios y por otro la pila bautismal donde los cuatro señores de Tlaxcala fueron bautizados.
Sin duda, ante mis ojos, la obra del pintor Hernández Xochitiotzin en el Palacio de Gobierno, es uno de los motivos por los cuales visitar Tlaxcala. El muralista plasmó la historia que cuenta Diego Muñoz Camargo, historiador tlaxcalteca, desde lo ritual y lo prehispánico, hasta la alianza de los señores de Tlaxcala con Hernán Cortés Los detalles más curiosos de autoría se encuentran en las partes superiores de las columnas; ahí se describe el proceso de los productos principales de la época tal como el pulque. De igual forma, Xochitiotzin representó su firma con un jeroglífico prehispánico. El artista resulta la prueba tangible de aculturación de dos mundos, pues conservó su nombre tlaxcalteca y se adaptó a la nueva costumbre hispana del apellido.
Hay más que ver en Tlaxcala, hay más por disfrutar en este sitio donde además de haber muchos sitios bellos, también se come delicioso, pero esa tarea te la dejo disfrutar a ti mismo, querido lector.