¿La historia sucedió o solamente es parte de la leyenda negra que lo envolvió durante toda su vida? Veamos.
El pasado 2 de julio falleció el periodista Jacobo Zabludovsky. De inmediato, como suele suceder en estas ocasiones, las redes sociales se llenaron por igual de odios que de alabanzas. Los menores de treinta años repitieron hasta el cansancio “Que no te haga bobo Jacobo”, una vieja canción del grupo Molotov, al mismo tiempo que hicieron gala de todos los clichés posibles: vendido, chayotero, vendepatrias, soldado del régimen, priísta.
Sus defensores, por su parte, exaltaron su caballerosidad, su buen trato hacia todos sin excepción, su educación, su gusto por la lectura, su amor por el Centro Histórico de la Ciudad de México y su labor informativa tras el primer sismo de 1985.
Sin embargo, fueron dos las constantes que se mantuvieron presentes durante todo el día. La primera fue la famosa entrevista que el comunicador le realizó en 1971 a Salvador Dalí, la cual, de tan mutilada y fuera de contexto que se presenta en las redes sociales, pierde mucha de la fuerza que posee si se le estudia entera de principio a fin. Una conversación no sencilla pero con temas y frases que han pasado a la historia, como la locura, la pasión y las drogas. Además, presenta algunos elementos muy valiosos, al menos para el anecdotario: un Dalí que declara subido en su trono “Otra pregunta que sea un poco más inteligente y acabamos”, un Zabludovsky que por momentos no sabía qué preguntar y que en ciertos instantes parece burlarse (y de hecho lo hace) de la farsa del personaje que tiene enfrente, así como un Dalí que recurría incluso a los gritos para hacerse notar a toda costa, pues a esas alturas de su vida lo habían convertido ya –en palabras de Carlos Fuentes– en un auténtico payaso.
La segunda constante, empero, es la que nos ocupa ahora. La famosa frase que Zabludovsky dijo o que no dijo, pero que la mayor parte de la gente cree que en efecto mencionó durante su noticiario nocturno aquel 2 de octubre de 1968.
La leyenda asegura que el periodista abrió su espacio informativo con la frase “Hoy fue un día soleado”. Palabras que calaron hondo, puesto que horas antes había sucedido el episodio de la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. De los sangrientos hechos, desde luego, no informó ni media palabra.
¿Qué fue lo que sucedió en realidad?
Por principio de cuentas, fue imposible que Zabludovsky informara sobre aquella matanza en 24 horas, pues, en ese entonces, el famoso noticiario nocturno aún no existía.
No por casualidad, el primer programa que se produjo y que se transmitió en nuestro país fue precisamente un noticiario. Esto sucedió el 5 de diciembre de 1950. El director y redactor fue Jacobo Zabludovsky. Se trató del primer programa noticioso en forma: Notimundo, del periódico El Universal, patrocinado por la General Motors. Este informativo se transmitía todos los días, a las 19:30 horas, por canal 4. Colaboraban también Pedro Ferriz Santa Cruz y Guillermo Vela, este último, un personaje desconocido, quien afirmaba haber sido comentarista en Laredo. Sus méritos: había conseguido el patrocinio de la GM y su única condición para concretarlo fue que él en persona se convirtiera en el lector de las noticias.
El noticiario se transmitió originalmente por la XEX, propiedad de Petróleos Mexicanos. Cuando Rómulo O’Farril adquirió la radiodifusora, y cuando más tarde obtuvo la concesión televisiva de manos de su amigo Miguel Alemán, se adaptó el formato del programa radiofónico a la televisión, específicamente al naciente XHTV, Canal 4. El informativo solía transmitirse desde el edificio de la Lotería Nacional.
A finales de 1967, principios de 1968, salió al aire Su diario Nescafé, un noticiario matutino donde no solamente se leían noticias, sino que se comentaban, además de que se hablaba de otros temas de interés general. Zabludovsky encabezó a este equipo. Tan popular fue este nuevo programa que, junto con el noticiario del periódico Excélsior (de Julio Scherer) de las 11 de la noche, se convirtió en uno de los más vistos de la época.
La televisión entonces no era la que ahora conocemos. Los espacios se rentaban a las diversas compañías para que cada una produjera sus propios contenidos. Esto sucedía también con los noticiarios. Telesistema Mexicano (antecedente de Televisa), no tenía entonces injerencia en la información que se daba a conocer. Fue hasta después del conflicto del 68, cuando, a instancias de Miguel Alemán (entonces miembro del Consejo de Administración de la empresa), se creó la Dirección General de Noticieros.
Zabludovsky tenía presencia televisiva en la mañana y en la noche (a las19:45 horas). El 2 de octubre de 1968, cuando los estudiantes se habían congregado en la Plaza de las Tres Culturas, aproximadamente a las 17:55 horas, dos bengalas rojas fueron disparadas desde la torre de Tlatelolco. Quince minutos después, un helicóptero sobrevoló la plaza y lanzó otras dos bengalas. Esta vez, de colores verde la primera y rojo la segunda. De inmediato comenzaron los disparos. Eran las 18:10 horas.
¿Estaba enterado Zabludovsky de lo que estaba sucediendo en Tlatelolco mientras él y Pedro Ferriz transmitían su noticiario de las 19:45? Imposible saberlo. La videocinta había sido introducida a la televisión mexicana en 1960 y en 1963 comenzaron las transmisiones en vivo desde diferentes lugares, pero solamente en sucesos previamente establecidos, como los funerales de Juan XXIII y Kennedy. ¿Qué sucedía con la telefonía? Precisamente en 1968 se dio por concluida la introducción total de la Ciudad de México al servicio LADA y entró en operación el servicio de emergencia con la marcación 07. Sin embargo, el número de usuarios era limitado en extremo. En 1960 existían solamente diez teléfonos públicos en todo el Distrito Federal. ¿Sabía Zabludovsky lo que estaba sucediendo justo en ese momento?
Recordemos las palabras del propio periodista en una entrevista con el diario La Jornada en 1998: “Parecía una etapa más de un conflicto que había empezado en la plaza de la Ciudadela, meses antes, con el enfrentamiento entre estudiantes de dos escuelas, el cual parecía un incidente menor”. El conflicto, por tanto, no les resultaba prioritario ni se le daba mayor seguimiento.
¿Existía censura por parte del gobierno de Díaz Ordaz? “Eran momentos de una estricta vigilancia por parte de las autoridades, que estaban empeñadas en que ninguno de los medios dieran una información que ellos consideraban excesiva. Nos reducían a nuestra mínima expresión. Recuerdo una restricción a nuestras posibilidades de informar. Y cuando digo ‘nuestras’ me refiero a todos los periodistas, no solo a la televisión”.
¿Telesistema Mexicano ejercía censura? ¿Dictaba línea sobre la información? “Tan no la [dictaba] que a raíz de eso el señor Emilio Azcárraga Milmo decidió crear la dirección de noticiarios de Televisa y se cancelaron los de los periódicos. Ahí nació lo que hoy es la organización noticiosa de Televisa”.
Acerca de si Jacobo Zabludovsky comenzó su noticiario (el cual duraba solamente catorce minutos) con la consabida frase “Hoy fue un día soleado”, el periodista jamás lo desmintió. En caso de que alguien se lo haya preguntado directamente, no parece haber testimonio de su respuesta.
¿Alguien recuerda el hecho? ¿Está consignado en alguna parte? En video, al menos, no. En 1957, existían en el país cerca de 300,000 televisores. ¿Cuántos había en 1968 y cuántos de ellos estaban sintonizados en ese momento en el noticiario de Zabludovsky?
En decenas, tal vez centenas de páginas de internet lo dan como un hecho verdadero. Páginas de poco fiar, desde luego, que solamente se copian los contenidos unas con otras. En el libro México. Todo lo que un ciudadano quisiera (no) saber sobre su patria, de Denise Dresser y Jorge Volpi, dan como cierta la historia. La leyenda asegura que fue el periodista Rafael Loret de Mola quien lo consignó “en un libro”, lo cual es igual a nada.
Un hecho curioso que contaba el mismo Zabludovsky: un día después de los hechos, el 3 de octubre, recibió una llamada del presidente, en la que le reclamó el haber utilizado una corbata negra en el noticiario. Díaz Ordaz, temeroso y colérico, supuso que había sido una señal de luto. “Señor presidente –le respondió el comunicador–, yo uso corbata negra desde hace años”. Díaz Ordaz supuso entonces, también, que Zabludovsky estaba enterado de todo.
Finalmente, otra parte de la entrevista con La Jornada que resulta de suma importancia: “Hubo una intervención directa en todos por parte de Fernando M. Garza, en aquella época jefe de prensa de la Presidencia del señor Díaz Ordaz. No existía el videotape, que hoy nos hubiera permitido tener testimonios de lo que se hizo en la televisión, aunque la memoria de la gente lo conserva. Pero sí están en las hemerotecas los periódicos. Basta revisarlos para ver que muchos periodistas que hoy se consideran adalides de las sagradas libertades de expresión y de opinión, se plegaron a las peticiones oficiales”.
Zabludovsky concedió entre líneas que calló, que siguió la línea impuesta desde la presidencia. Sin embargo, ¿fueron justos los ataques hacia su persona por haberlo hecho? Es decir, ¿solamente él lo hizo? ¿Nadie más? ¿Quién más? “Las críticas se centran en la televisión. Y de la televisión, en algunas personalidades que alguien considera que eran destacadas ya […] Centralizan sus ataques solo en un programa o dos, sin acordarse que el noticiario de Excélsior tal vez era el más importante de la época”.
Para concluir, no existen testimonios que comprueben que Jacobo Zabludovsky dijo aquella desafortunada frase. En caso de que la haya dicho, resulta imposible saber si lo hizo a sabiendas de lo que estaba ocurriendo en Tlatelolco justo en ese instante. Sin embargo, si no la dijo, jamás se preocupó por desmentirlo, así que es posible que su silencio nos aclare más dudas que todas sus palabras juntas.