“Antes hacían los hilos como ahora hacemos nuestros hijos.
Los hacían ellas mismas con la fuerza de su carne.
Cuando empezó el mundo, dicen que la Luna subió a un árbol.
Allí estaba tejiendo, allí estaba hilando”.
Cómo la luna nos enseñó a tejer
Tenemos un importante patrimonio de diseños y técnicas antiguas, que son parte de las expresiones artísticas indígenas, en nuestros textiles tradicionales: saber preparar un telar, escoger los hilos, limpiar e hilar en malacate el algodón. Hilar, tejer y brocar son parte de las habilidades de la mujer que, hilo por hilo, realiza su vestimenta: huipiles, blusas, faldas y rebozos, decorados con diseños diversos de flores, animales y figuras geométricas.
Los textiles son portadores de lenguajes simbólicos que expresan, en sus diseños iconográficos, los conocimientos y saberes ancestrales guardados, reproducidos y reinventados por las mujeres al correr de los años. A pesar de ser un arte milenario que ha sobrevivido a las vicisitudes de la historia, diversas técnicas antiguas se están perdiendo en México.
Los conocimientos ancestrales en torno al arte textil se encuentran en constante transformación por la introducción de las telas comerciales en lugar de los brocados y la tela tejida en telar de cintura, por lo que se hace urgente un trabajo de rescate, promoción y difusión con el fin de fortalecer las técnicas de los textiles tradicionales. Para las generaciones más viejas, es necesario recuperar tanto los diseños como el cultivo de materias primas, así como el uso de tintes naturales con materiales propios de cada región.
Antiguamente, las mujeres cardaban, hilaban, teñían y tejían. Cada cultura de las asentadas en nuestro país tenía deidades para las hilanderas, las tejedoras y las bordadoras. El textil era considerado un don sagrado que era otorgado a las mujeres, más que el dominio de una técnica.
Entre las prendas más representativas de los textiles tradicionales podemos mencionar al huipil, al quechquémitl, al cueitl o enredo, y al rebozo. El material más empleado es el algodón, pero también se utilizan lana y seda. Cada grupo indígena tiene elementos que lo caracterizan, distinguiéndose algunos por el tejido, otros por los colores empleados o por el adorno que llevan.
El huipil está compuesto por varios lienzos que se unen entre sí con ribetes, telas de distintos colores o bordados hechos a mano. Lleva una abertura para introducir la cabeza y cuando va cerrado a los lados se le deja una para los brazos. El quechquémitl cubre la parte superior del cuerpo y consiste en dos rectángulos de tela que se unen, el lado más angosto de cada uno se cose al extremo del lado largo del otro lienzo. Una vez acomodado, muestra dos picos que caen enfrente y atrás, o sobre los hombros, dependiendo el modo de usarlo.
Estas prendas se siguen realizando en diversas comunidades de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Querétaro, Chiapas, Quintana Roo, Tabasco, Campeche, Yucatán, Puebla, Tlaxcala, Hidalgo, San Luis Potosí, Estado de México, Morelos, Veracruz y algunas zonas de Jalisco. Sus bordados están cargados de significados: son historias en donde se relata el pasado y la identidad cultural de cada grupo. Quienes los usan, se identifican y los saben suyos. Algunas prendas ceremoniales de ciertas comunidades, además de llevar dioses y seres legendarios bordados, tienen un diseño en el que se reconoce el nombre de la mujer que teje su propia visión del universo sagrado, como si fuera su firma.
El enredo es una falda que se acomoda alrededor de la cadera y se mantiene en su lugar por medio de una faja colocada en la cintura. Generalmente se componen de dos o tres bandas horizontales de tela, tejidas en telar de cintura y cosidas entre sí. La denominación náhuatl es cueitl.
Si quieres aprender más sobre el patrimonio artesanal, consulta la edición 49 de Mexicanísimo: http://www.mexicanisimo.com.mx/tienda/numero-49/#revista-49