Nos encanta el bailongo, somos amantes de mover el bote, de bailar de cachetito, apretaditos, o sobre un ladrillo, cadenciosos, o dando maromas por el escenario, por lo que nos da lo mismo movernos al ritmo de la redoba o en un cha cha chá, con una cumbia sabrosa o un mambo agotador, porque lo bailado nadie nos lo quita.
En pocas cosas se nota y se agradece más la diversidad, que en los ritmos musicales. ¿Qué opinan de “Tiburón, tiburón”, con Mike Laure?; ¿O “¿De quén chon?”, con Chico Ché y la crisis?; ¿Un pasito duranguense? ¿Un zapateado? México puede narrarse en pasos de baile y explicarse en salones de fiesta escuchando bandas zacatecanas o a los descendientes de Pérez Prado.
Y si la música es mejor tranquila, para enamorarla al oído, hay que irse a Mérida para escuchar a nuestros trovadores derritiendo a las más reacias, o a las peñas repartidas en el país donde Fernando Delgadillo y Mexicanto se vuelven poetas. No todo es mariachi, y con esto no reniego de la maravillas de esos grupos de siete, nueve u once elementos que igual reviven muertos que lamentan abandonos, pero hay mucho más. Y, si no, solo escuchen a los herederos de la tradición de Seferino Nandayapa y su marimba, o a los soneros de las huastecas, o a los tríos veracruzanos, con arpa y todo, o los concheros en sus alabanzas a los dioses.
Los bailes desatan pasiones y amarran apasionados, liberan y abrazan, enseñan y ocultan, dan espacio para la vida y previenen la muerte. Al baile hay que ir porque hay que ir, ya sea “de paga” o “de gorra”, de poquitos (solo se necesitan dos) o multitudinarios, el baile es la vida de la vida. Y no se necesita ser hábil porque cualquier movimiento es baile y no hay mejor baile que el de un corazón ilusionado, por eso desde una silla en México también hay danzones espirituales.
Insisto, hay de todo y para todos, lo único que se necesita es una pareja o la voluntad para conseguirla en el bailazo. Cada vez hay más eventos que congregan a grupos innovadores, desde el Vive Latino hasta Son para Milo, para que tu elijas tu ritmo y tu momento.
Abre el espíritu para lo tradicional y lo moderno, lo electrónico o lo precortesiano, porque los pies rezan a su gusto y a sus propios dioses musicales. ¿No han escuchado las nuevas tendencias basadas en ritmos antiguos? Les recomiendo Huichol musical, expertos en cumbias roqueras con instrumentos tradicionales; también a Hamac Caziim, mezclando rock y ritmos e idioma seri; o algo más conocido, K-Paz de la Sierra y su pasito duranguense; o, para terminar esta nota, la explosión moderna de dos mexicanos excepcionales: Rodrigo y Gabriela.
Hoy hay baile, y música y fiesta. Y mañana también. Y la próxima semana, porque para descansar siempre habrá tiempo después de muertos.