Hace algunos años surgió un auge de la literatura infantil y con ello una polémica de la crítica literaria acerca de esta novedosa clasificación. Definir la literatura infantil, primero nos lleva a preguntarnos qué es la literatura y esta pregunta puede responderse desde diferentes perspectivas. Podría decirse que la literatura es una expresión artística que usa palabras, para conmover al otro. La literatura debe poseer estructura y contenido, en términos técnicos.
Cuando pensamos en literatura infantil se está contemplando a un público específico. Podemos encontrar libros que se clasifican según la edad de quienes los leerán. Sin embargo, pensemos, en primera instancia, que el concepto de edad es sumamente contemporáneo, hasta Freud las etapas del desarrollo humano son como las conocemos. Anteriormente no había un término para clasificar libros para niños.
Pensemos, por ejemplo en El Principito, que el público general considera un libro para niños. Si lo leemos con detenimiento, observaremos que no se tocan temas superfluos, mejor dicho Saint-Exupéry hacer un recorrido por las diferentes aristas de lo humano: la dependencia, los celos, el egoísmo… En absoluto no diría que es un libro que entendería del todo un niño.
El boom de la literatura infantil tiene que ver con la búsqueda de un nuevo público lector. Se están escribiendo libros aptos para niños, historias que nutren su imaginación, que pueden comprender según las palabras que conocen. Incluso en el rubro de la literatura infantil hay libros para bebés que obviamente aún no pueden leer. Entonces, ¿obras como estas son totalmente literarias?
No creo que los libros para niños sean malos, creo que cumplen una función según una necesidad social. Solamente planteemos qué le estamos leyendo a los niños de esta era: Bestsellers, comics… Quizá se deja ver en este artículo que pienso en absolutamente lo que aprendí en mi carrera y me pregunto entonces qué tan bueno sería comenzar a leerle el Quijote a los niños.