En sus producciones,Fernández de Lizardi plasmaba su preocupación por la realidad que se vivía en la época y además la transmitía para que así, la población se informara y tomara conciencia. Tomó un rol crítico y desarrolló una práctica con fines sociales: hacer observaciones en cualquier tipo de situación y grupo para llevar la realidad hacia el pueblo.
La crítica de Lizardi hacia mandatarios, sistemas de salud y de educación, cargos públicos, inestabilidad económica, desigualdad social, etc., es muchas veces bastante directa pero las licencias literarias —y retóricas— que se toma, le ayudan a disfrazarlas con sutileza.
No sorprende que se atreviera a señalar a los culpables de las deficiencias de la sociedad sino que lo hiciera en medio de un sistema de poder que controlaba la prensa. Sus folletines eran vendidos a un precio relativamente accesible para la población promedio y se leían en las tertulias, por tanto llegaban a oídos de un mayor número de personas.
Parece que Lizardi, dentro de su época, se da cuenta muy temprano y con gran visión de los temas que interesan — o deberían interesarle a la población. Es un visionario de su tiempo, un luchador social: lucha por sus derechos y por los de su gente y aunque no lo hace con armas, tiene otras que son muchísimo más poderosas: la verdad y la pluma.