A veces, la calaca, muy canija ella
nos deja solitos en este mundo terrenal.
Pero, ni tarda ni perezosa,
entre mezcal y mezcal
nos lleva pal Mictlán.
Todos pa’lla vamos,
pero, ¿apoco no?
quienes nos quedamos,
de repente, se nos clava en la memoria
el recuerdo de los ya idos, pero no olvidados.
Ay, qué recuerdos aquellos, ya esfumados.
Las charlas, los abrazos apretados.
No cabe duda que nos hacen falta,
que los extrañamos.
Dicen que el tiempo ya definido está
y sinceramente, no nos vamos a escapar.
¿O será que la muerte acepte mordida
y nos deje otro ratito bailar?
Ya ni modo, no hay que agüitarse.
No dudemos que un día todos, fríos, pero reunidos
hemos de disfrutar, quizá ya no esta vida
pero sí las que siguen y otras más.
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