Ayer la glorieta del Ángel de la Independencia se convirtió en el punto de encuentro desde el cual miles de personas salieron marchando hacia el Zócalo capitalino, en aras del Día Internacional de la Mujer.
Sin embargo, no fue una marcha de celebración, sino, como se repitió incontables veces en pancartas, carteles, playeras, banderas y canciones, de protesta por la violencia que siguen sufriendo las mujeres en nuestro país, una violencia que se encuentra presente en distintos niveles en su vida diaria, desde piropos hasta feminicidios. Aquellos que participaron en la marcha denunciaron la pasividad tanto de las autoridades gubernamentales como de los ciudadanos comunes para hacer frente al problema.
Los marchantes fueron en su mayoría, pero no exclusivamente, mujeres, de todas las edades y colores de piel. Algunas vestían su ropa de del día a día, mientras otras portaban playeras con mensajes de protesta, denuncias o una lista de recomendaciones de cómo hacer frente a la violencia machista.
Había quienes cubrían sus caras con bufandas, paliacates, gorros, pasamontañas de colores (al estilo del colectivo punk feminista Pussy Riot) o pintura facial. Unas portaban carteles, otras ondeaban banderas o cargaban con cruces rosas para exigir que se pusiera un alto a los feminicidios en México. La mayoría entonaba canciones con letras como «El que no brinque es macho» o «Que toda América Latina sea feminista», pero había quienes marchaban en silencio.
El grupo que iba a la cabeza cargaba con un cartel en el que se leía «Maternidades feministas» en pintura morada, pero había distintos grupos, repartidos a lo largo de toda la procesión con carteles similares, como el cargado por representantes de Amnistía Internacional, las feministas de la UAM Xochimilco o el de un grupo de personas transgénero, que marchaba con las mujeres para exigir el respeto a sus derechos.
Los marchantes avanzaban despacio por las calles del centro de la Ciudad de México, con gente que se detenía para verlos pasar, algunos tomaban fotos. Hubo un par de hombres que, cuando el grupo que iba a la cabeza se acercaba a la Alameda Central, hicieron comentarios burlones dirigidos hacia los manifestantes, pero en lugar de caer en la provocación, aquellas y aquellos que los escuchaban procedían a señalarlos y gritar a coro «¡Macho! ¡Macho!», mientras continuaban su camino hacia el Zócalo.
Es de esta manera que mujeres, hombres y personas transgénero aprovecharon el Día Internacional de la Mujer, no para hacer una celebración, sino para continuar con la lucha por los derechos de la mujer, una que desafortunadamente continúa vigente, especialmente en países como el nuestro.
La marcha fue seguida de cerca por miembros de la policía de tránsito, que mantuvieron las calles cerradas hasta que pasaron los manifestantes, y por un par de ambulancias.