Era el año de 1529. Habían transcurrido tan solo ocho años de la caída de la gran Tenochtitlan. Algunos frailes franciscanos se embarcaban del puerto de Cádiz con dirección a un nuevo mundo: América. Uno de esos frailes, era Bernardino de Sahagún, quien sin saberlo, se convertiría en el primer antropólogo, lingüista y defensor de los indígenas, en particular de los que habitaban el altiplano central mexicano. Al llegar a suelo americano, Sahagún emprendió sus funciones como evangelizador, formando parte del cuerpo de profesores del Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco, en donde se les enseñaba los indígenas la doctrina católica, el castellano, el latín y el griego. Durante su estancia en Tlatelolco, Sahagún comenzó a recopilar información sobre la cultura y sociedad nahua, este trabajo era tan solo el inicio de lo que hoy conocemos como: la Historia general de las cosas de la Nueva España, que es una versión en español del famoso Códice Florentino. Fue hasta 1558, cuando fray Francisco de Toral le encargó a Sahagún una obra que recopilara la información más sobresaliente de los antiguos nahuas, con el fin de que le fuera útil a sus hermanos franciscanos en su labor evangelizadora. Para tal empresa, Sahagún elaboró un cuestionario que abordaba todos los aspectos de la cosmovisión indígena, que, posteriormente, aplicaba a sus alumnos no solo de Tlatelolco, sino de otras escuelas indígenas de la Nueva España. Después de muchos contratiempos y desacreditaciones de sus hermanos frailes, en 1577, Sahagún concluyó su obra que consistió en 12 libros, escritos a doble columna (una escrita en náhuatl y otra en español) e ilustrado con imágenes de evidente estética europea, pero que mostraban con enorme maestría las costumbres, literatura, religión y naturaleza de una de las más grandes civilizaciones de América. Este documento recibe el nombre de Códice Florentino, pues se resguarda en la Biblioteca Médicis de Florencia, por su parte, la Historia general de las cosas de la Nueva España, es la versión en español de aquel códice, documento que por su inconmensurable valor cultural, antropológico e histórico quedó, en 2015, registrado dentro del Programa Memoria del Mundo de la UNESCO, convirtiéndose en el doceavo documento mexicano con este reconocimiento.