Como recuerdo del México de principios del siglo XX y del proyecto modernizador que buscaba embellecer la capital a través de una estética afrancesada a cargo del entonces presidente Porfirio Díaz, el Palacio de Bellas Artes se erige como uno de los monumentos más representativos de aquella época y más emblemáticos de nuestro país.
El edificio en sí mismo es una obra de arte. En medio del ajetreado transitar de los capitalinos, sus fachadas construidas en mármol proveniente de Italia y diversas regiones de México, acompañadas por esculturas de musas y personajes de la mitología grecorromana, sus puertas y ventanas con detalles florales y vegetales, así como las fuentes que decoran la explanada principal, evocan a la Francia de la belle époque. La monumental edificación abarca las avenidas Juárez, Eje Central, Hidalgo y la calle peatonal Ángela Peralta, desde esta última, se alcanza a leer en una pequeña ventana en la parte superior de la fachada izquierda del Palacio, un letrero que dice: Museo Nacional de Arquitectura.
Una invitación a pensar en el entorno
Quizá uno de los secretos mejor guardados de este afamado recinto sea el museo que se encuentra en el tercer piso, un lugar poco conocido entre los visitantes que asisten a la sala de conciertos en la planta baja o se detienen en las muestras exhibidas en el primero y segundo piso, o bien, en los fascinantes murales de Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros y Rufino Tamayo, olvidando que ahí no acaba el recorrido. Si suben un piso más, encontrarán un espacio dedicado a difundir el estudio de la arquitectura mexicana como arte, pero también como expresión estética de una cultura y una época.
Mostrar el proceso creativo e intelectual que conllevan los proyectos urbanísticos y arquitectónicos de un país que navega entre la tradición y la modernidad, fue lo que motivó al arquitecto Juan Urquiaga Blanco a fundar, en 1984, el Museo Nacional de Arquitectura. Desde esa fecha se han presentado 135 exposiciones temporales, de las cuales destaca la historia de la construcción del Palacio de Bellas Artes con motivo del 50 aniversario de su inauguración. Esta muestra representó tal relevancia para el conocimiento arquitectónico del recinto que no se retiró y se estableció de manera permanente.
El espacio que comprende el Museo Nacional de Arquitectura se divide en dos secciones, en una se encuentran expuestos los planos del edificio, videos del proceso de su construcción, un pedazo de la emblemática cortina de vidrio de la sala de conciertos, así como dos maquetas del recinto porfiriano. En una se puede apreciar la manufactura de las fachadas, columnas, cúpulas, pilastras y esculturas que conforman su exterior, mientras que en la otra es posible observar el interior del Palacio. Esta segunda maqueta es una representación a escala, confeccionada con tal maestría y detalle que el visitante podría pasar horas contemplándola.
Con la premisa de difundir la diversidad de estilos y corrientes arquitectónicas que cohabitan en nuestro país, la segunda sección está dedicada a las exposiciones temporales que se han caracterizado por mostrar el complejo proceso que hay detrás de los edificios y monumentos que conforman los barrios, colonias, calles y avenidas de todo México, concientizando al público que visita estas exposiciones sobre la importancia de preservar el valor estético, histórico y funcional de construcciones y espacios urbanos que se consideran patrimonio de nuestra cultura. Asimismo, se han expuesto las propuestas y obras individuales de importantes arquitectos como Luis Barragán, Antonio Pastrana, Juan Segura, Ignacio Marquina y Enrique del Moral, entre muchos otros de origen extranjero.
Concebido como un espacio “dispuesto a recibir y compartir la expresión viva del pasado y el presente de la arquitectura el Museo Nacional de Arquitectura se propone como una alternativa cultural más dentro de la oferta del Palacio de Bellas Artes. Así que recuerda, la próxima vez que vayas a este recinto no olvides visitar el tercer piso.