Llegamos a la arena. Al centro, el cuadrilátero listo para la función. Somos los hijos del pancracio, los adoradores de leyendas como el Santo y Blue Demon. Guardamos en nuestro cajones de tesoros más preciados las máscaras de Octagón, del Místico, de Atlantis, de Blue Panther, de Mil Máscaras; el póster de El Brazo, del Perro Aguayo, de Konnan.
Unas chelas y estamos listos. “Lucharán a dos de tres caídas sin límite de tiempo”. El graderío hace catarsis con gritos, mentadas de madre y más gritos. Y más mentadas, esperando que Máscara Sagrada vuele desde la tercera cuerda, que El Rayo de Jalisco aplique la patada charra, que Espanto III haga la cruzada, que La Parka vuele afuera del ring. Espaldas planas y la primera ha sido para los técnicos.
La historia de la lucha libre mexicana se remonta hasta el siglo XIX, allá por el ya lejano 1863 en plena Intervención Francesa, aunque no fue sino hasta marzo de 1897 que se fundó la Empresa Mexicana de Lucha Libre, en Colotlán, Jalisco. En las décadas de los cincuenta y sesenta del siglo XX, la lucha mexicana llegó a ser considerada como la mejor del mundo, título que para muchos todavía conserva.
Segunda caída. Latin Lover arranca los suspiros de sus enamoradas en el público. Los Hermanos Dinamita hacen maromas a un mismo ritmo. Abismo negro se avienta una quebradora, una urracarana. El referee malandrín les da una ayudadita y la segunda es para los rudos, los rudos, los rudoooos.
Sin lugar a dudas y gracias al cine y a la televisión, el más grande luchador mexicano de todos los tiempos ha sido el Santo, “el Enmascarado de Plata”. Rodolfo Guzmán Huerta nació el 23 de septiembre de 1917. Conquistó nueve veces el campeonato mexicano en la Comisión de Box y Lucha Libre de México, D.F., y seis veces el campeonato de la Empresa Mundial de Lucha Libre. Aunque se convirtió en ícono en otro lado. En 1952 se convirtió en un superhéroe, cuando el editor José Guadalupe Cruz publicó la historieta del Santo. De ahí saltó al cine, donde protagonizó 52 películas y se quedó para siempre en el corazón de millones de mexicanos aficionados a la lucha libre.
Y ahora sí, comienza la tercera, tercera, tercera caída…