El 23 de abril se celebró el Día Mundial del Libro. La razón de este festejo es que precisamente el 23 de abril de 1616 fallecieron Miguel de Cervantes y William Shakespeare, por lo que, a partir de 1926, en todo el planeta se aprovecha la ocasión para recordar, entre otras cosas, la importancia de las letras y la lectura.
En México, históricamente, hemos contado con escritores asombrosos. Autores que nos han sorprendido con sus novelas y sus cuentos, que nos han transportado con su poesía, que nos han hecho reflexionar gracias a sus ensayos. Somos afortunados. En el terreno cultural somos una nación profundamente rica.
Ya antes he hecho y compartido el ejercicio literario de extraer las primeras frases de cuentos, poemas y novelas mexicanas y ordenarlas en una lista. El resultado ha sido aleccionador. Sin embargo, ¿qué pasaría si abriéramos un libro al azar y copiáramos la primera frase que apareciera ante nuestros ojos? ¿La magia literaria, la maestría de los autores, se mantendría intacta, aumentaría o palidecería al privarla de su contexto?
Este es un ejercicio absolutamente ocioso y arbitrario, pero que no deja de intrigarme. ¿Qué sucederá al leer frases sueltas pescadas al primer vuelo? Yo, de antemano, apuesto por la grandeza de estos escritores. Veamos.
A continuación, 25 frases tomadas al azar de libros mexicanos, elegidos igualmente al azar de mi librero:
1.- “Tampoco soy de los que aspiran a tener un sinnúmero de lectores, ni apetezco los vítores de la plebe ignorante y novelera”. José Joaquín Fernández de Lizardi. El periquillo sarniento.
2.- “A los pocos días llegó muy puntual la contestación a lista de correos; venía un billetito de a cinco pesos, que solo Dios sabe con qué trabajos lo conseguiría mi compadre”. Francisco L. Urquizo. Tropa vieja.
3.- “¿No es cierto que esto ya lo dijo el proverbio? ‘Cusca regenerada, de cusca no tiene nada’”. Tomás Mojarro. Bramadero.
4.- “Nuestras interjecciones mayores son las maldiciones que en algunos estratos se vierten como agua de uso, y quien las ha contado, afirma que de cada diez palabras que pronuncian esos léperos redomados, una de ellas es insultativa y procaz”. Joaquín Antonio Peñalosa. Vida, pasión y muerte del mexicano.
5.- “Cuando uno le preguntaba por sus honorarios decía como los inditos, lo que sea su voluntad”. Ángeles Mastretta. Arráncame la vida.
6.- “Para Araceli ser grande no tenía ventajas: equivalía a convertirse en enfermera como su mamá; a cuidar enfermos que siempre terminaban muriendo”. Beatriz Escalante. El club de la azotea. Cuento del libro Días de pinta.
7.- “Les tengo un biznes. El Jarocho dice que consiguió un perro muy chingón y quiere pelearlo contra el Cofi”. Guillermo Arriaga. Amores perros.
8.- “Hacía años había escrito algo sobre la Guerra de Secesión: ‘Una receta simple para ser un buen soldado: Siempre intenta que te maten’”. Carlos Fuentes. Gringo Viejo.
9.- “Llora cuando tengas ganas de llorar, pero no estés llorando siempre”. Jaime Sabines. Cartas a Chepita.
10.- “Y yo comienzo a sentir como si no hubiéramos llegado a ninguna parte, que estamos aquí de paso, para descansar, y que luego seguiremos caminando”. Juan Rulfo. Talpa. De El llano en llamas.
11.- “Todavía no sabía exactamente qué era lo que le atraía tanto de esa mujer; era bella, pero él había dormido al lado de muchas mujeres bellas”. María Amparo Escandón. Santitos.
12.- “Todos son buenos muchachos, curro –repuso Demetrio–; todo está en saberles el modo”. Mariano Azuela. Los de abajo.
13.- “Bañarnos en el vapor costaba diez pesos, pero era preferible a ir al baño central, donde los policías se robaban la ropa y las escasas pertenencias de los miserables que se estaban bañando; por si fuera poco, cobraban por unas tejitas de jabón y por unos jirones de toalla”. José Agustín. El rock de la cárcel.
14.- “Por eso lo apodaban “el Carajo”, ya que valía un reverendo carajo para todo, no servía para un carajo, con su ojo tuerto, la pierna tullida y los temblores con que se arrastraba de aquí para allá, sin dignidad”. José Revueltas. El apando.
15.- “’Mi mayor placer’: Subirme a los árboles y escalar las fachadas de las casas antiguas, la nieve de limón, los días de lluvia, las películas de aventuras, las novelas de Salgari”. José Emilio Pacheco. Las batallas en el desierto.
16.- “Intentas ubicar su origen: abres la puerta que da al corredor y allí no lo escuchas: esos maullidos se cuelan desde lo alto, desde el tragaluz”. Carlos Fuentes. Aura.
17.- “Quiero que tu cuerpo en el mío fluya y florezca recordando o reinventando el jardín que en ti nos une”. Alberto Ruy Sánchez. Los jardines secretos de Mogador.
18.- “De alguna manera el inconsciente y los tres meses de continencia sexual, aunados a las imágenes del álbum de María Ferrer, se conectaron en su cabeza con la idea de apagar las luces y se vio a sí mismo apagando la luz de la mesita de noche y girando en la cama hacia el cuerpo desnudo que esperaba”. Paco Ignacio Taibo II. Cosa fácil.
19.- “Malagón me preguntó: ¿Será verdad que Espinoza y su señora han recorrido toda la gama de la experiencia sexual?”. Jorge Ibargüengoitia. Estas ruinas que ves.
20.- “Entonces me supe derrotado, comprendí que ni siquiera la había seducido: todo se hizo por su iniciativa”. José Agustín. La tumba.
21.- “Para estos funcionarios somos un objeto, una bacinica, nada más que yo era una bacinica pensante”. Irma Serrano. A calzón amarrado.
22.- “La muerte es inseparable del placer, Thanatos es la sombra de Eros”. Octavio Paz. La llama doble.
23.- “Mira, estoy llorando; déjame verme en el espejo cómo escurren las lágrimas por mis cachetes de cuero”. Gabriel Vargas por boca de Doña Borola Tacuche de Burrón. La familia Burrón.
24.- “Eran unas lágrimas muertas, marcadas punto a punto como flores del mal en medio de lo carne, pero el tipo no quiso decir la historia de esos tatuajes”. Rafael Ramírez Heredia. La Mara.
25.- “Tampoco tuve reparo alguno en participar en aquellas películas, pues el trabajo es el trabajo y más, cuando se vuelve trabajoso conseguir el trabajo”. Eulalio González “Piporro”. Autobiogr…ajúa! y anecdo…taconario.