Grandes nombres han desfilado por el escenario de la música de orquesta en nuestro país. Uno de ellos es Arturo Márquez, compositor nacido en Álamos, Sonora, el 20 de diciembre de 1950. Desde la infancia estuvo rodeado de un am¬biente musical. Su abuelo, Otón Márquez, se dedicó a los instrumentos de viento, mientras que su padre, al migrar junto con toda la fami¬lia a Los Ángeles, California, formó un grupo de mariachi. Bajo esta influencia musical, Arturo Márquez, a los 16 años, comenzó sus estudios formales como intérprete de violín, tuba, trombón y piano. Al poco tiempo regresó a México, pero ahora a Navojoa, donde dirigió la Banda Municipal de esa ciudad. Posterior¬mente, entró al Conservatorio Nacional de México, donde escribió sus primeras obras en piano bajo la instrucción de Carlos Barajas y Luis Alcaraz.
Este sería el inicio de una vida llena de reconocimientos y oportunidades para perfeccionar sus conocimientos en el extranjero, así en 1980 el gobierno de Francia le otorgó una beca para estudiar composición en la Cité des Arts, donde realizó las piezas “Moyolhuica” y “Enigma”. Fue entre 1988 y 1990 que, gracias a la Fundación Fulbright, viajó al Instituto de Artes de California, donde incursionó en la música electroacústica e incorporó en sus obras ritmos del jazz y la música tradicional latinoamericana.
A diferencia de muchos otros compositores de música de orquesta, las obras de Arturo Márquez se caracterizan por alcanzar la armonía perfecta entre el conocimiento académico y la música de tradición popular, sin dejar de lado el rigor musical, lo cual lo ha posicionado como un creador al nivel de Silvestre Revueltas, José Pablo Moncayo y Carlos Chávez.
Arturo Márquez ha declarado que sus composiciones se distinguen por reflejar preocupaciones sobre el acontecer social y político no solo de México, sino del mundo entero. “Danzón número 2”, una de sus piezas más importantes y reconocidas, es un ejem¬plo de este interés social, pues fue escrita en 1994 a solicitud de la Orquesta Filarmónica de la UNAM, año del levantamiento del Ejér¬cito Zapatista, lo que inspiró al maestro Már¬quez a dedicar su más famosa composición a los derechos de los indígenas. En el mismo tenor se encuentra “Máscaras para arpa y or¬questa” integrada por cuatro danzas, una de ellas dedicada a los niños muertos en Acteal, y “Marchas de duelo e ira”, obra en recuerdo al movimiento estudiantil del 68.
Asimismo, el compositor ha escrito piezas en homenaje a grandes personalidades de la historia y la lucha social. De este amplio repertorio des¬tacan “Juárez a Maximiliano”, inspirada en el Benemérito de las Américas; “Leyenda de Miliano”, dedicada a Emiliano Zapata por el Centenario de la Revolución Mexicana; además de su más reciente composición, estrenada en noviembre de 2013, “Alas a Malala”, en honor a la joven activista paquistaní Malala Yousafzai y su lucha en favor de la educación de la mujer en su país. El compromiso social de Arturo Márquez se suma a una larga tradición de artistas mexicanos y latinoamericanos, em-peñados en hacer del arte un acto crítico, ya sea de protesta, denuncia o de conciencia política y social.
Puedes conocer más sobre la vida y obra de Arturo Márquez en la edición 80 de Mexicanísimo: http://www.mexicanisimo.com.mx/tienda/numero-80/#revista