Si nos atenemos a lo publicitado por sus organizadores, el Primer Festival Internacional de Cine de San Cristóbal de las Casas será diferente a la oferta habitual de encuentros cinematográficos mexicanos. Impulsado por un aliento de diálogo con la realidad que –literalmente– lo circunda, San Cristóbal adoptó “Identidad, sociedad y medio ambiente” como lema promoción. Ese mismo podría ser el grito de guerra de la región, pero si hay cine, es para que no vuelva la guerra: el contenido de su programa aspira a dialogar con el espíritu de comunidad de una sociedad históricamente lastimada.
En una jugada interesante, San Cristóbal de las Casas ha llegado corriendo a primera base para ser el primer festival del año en México, antes de Guadalajara, antes de la Berlinale y antes de que las miradas se vayan para atender las nominaciones a los Oscar.
En una población que hace apenas once años estaba en el centro de la atención mundial ante la inminencia de una guerra que nunca llegó del todo, el Festival brinda dos homenajes inaugurales que son toda una declaración de principios: Konstantinos Costa-Gavras y Jorge Fons, cineastas de prolongado combate y mirada habitualmente incómoda y que en palabras de Marina Stavenhagen, colaboradora de la organización, obedece [la elección] a que “buscamos la posibilidad de incidir directamente en la conciencia colectiva”.
El primero, griego de nacimiento, francés por elección y actual presidente de la Cinemateca Francesa, visitará México para inaugurar dos retrospectivas de su trabajo –una en el marco del Festival el 17 de enero, otra en el D.F., en la Cineteca Nacional– además de recibir la primera Medalla Cineteca Nacional, que a partir de este año y con carácter anual entregará la institución a cineastas de peso global.
El 19 de enero, Jorge Fons recibirá también un homenaje del Festival y sus asistentes; el realizador de Rojo Amanecer, El callejón de los milagros o Cinco mil dólares de recompensa ha visto su presencia minada en años recientes por su volcadura al mercado de telenovelas y por algún tropiezo bienintencionado (El Atentado, deshilvanado comentario al centenario de la Revolución Mexicana), el homenaje en San Cristóbal tiene en mira restaurar el honor merecido a un cineasta fundamental.
Otra de las actividades del Festival será la proyección en la Plaza de la Paz de una selección de largometrajes con doblaje al tzotzil. César Chávez de Diego Luna, La jaula de oro de Diego Quemada-Díez y Guten Tag, Ramón de Jorge Ramírez Suárez serán algunas de las películas, todas de estreno reciente, que serán ofrecidas a la comunidad tzotzil nativa de la región. En la mayoría de las funciones, el público podrá dialogar con miembros del elenco, directores o guionistas de las cintas.
Las tres selecciones oficiales del Festival (ficción, documental y cortometraje) presentarán cintas como Vida salvaje de Cedric Kahn, The Tribe de Myroslav Slabopitshki, Hermosa juventud de Jaime Rosales, Timbuktu de Abderrahmane Sissako, Charlie´s Country de Rolf de Heer, The salt of the Earth de Wim Wenders, We come as friends de Hubert Sauper y el cortometraje Esclava”de Amat Escalante.
En total, el Festival Internacional de Cine de San Cristóbal de las Casas reunirá cine procedente de 48 países de cinco continentes, que se exhibirá de forma gratuita en recintos abiertos y cerrados de la ciudad chiapaneca como el Teatro de la Ciudad “Hermanos Domínguez”, el Teatro Daniel Zebadúa, el Teatro de Bellas Artes, el Auditorio de la Facultad de Derecho o la Plaza de la Paz.