Ay, el maíz, ¿qué sería de nosotros sin este dadivoso alimento? Es, prácticamente, el compañero de nuestra dieta. Comer sin una tortilla, o varias, y sin hacer todo un taco, no es comer. Pasear sin un elote o un esquite no es lo mismo, y tampoco lo serían las garnachas; y qué me dices de los tamales con su atole o del pozole. ¿Cuántas preparaciones tienen como base el maíz? Muchísimas, pues tiene gran importancia cultural, social y económica.
Se cree que el maíz tuvo su origen en América Central. Aquí, en nuestro país las civilizaciones como la azteca y maya tenían divinidades relacionadas con el maíz y la siembra; incluso existe una leyenda, que seguramente oíste alguna vez, en la que se cuenta cómo fue que Quetzalcóatl, convertido en hormiga, atravesó varias dificultades para llevarle la semilla al hombre y cómo a partir de este momento la vida de su pueblo cambió.
En México se producen millones de toneladas al año y en cada uno de los estados de la República se siembra el maíz. Además de que se concentran aquí alrededor de 59 variedades criollas.
El maíz es una de las representaciones gastronómicas e identitarias de México en todo el mundo, y claro que todos somos hijos del “máis”.