Esta canción se repite, pero creemos que tiene razones para eso.
A fuerza de llorar por los difuntos y de encontrarles virtudes reales o imaginarias, creamos un especie de deseo de morirse, para que el mundo reconozca los logros personales. Aunque he escuchado epitafios increíbles inventando virtudes a verdaderos gángsters, también encuentro palabras valiosas sobre gente que valió la pena. Un mundo tacaño en celebraciones reconoce post mortem a sus mejores habitantes. Tal vez un poco tarde, pero reconocimientos al fin.
Pero a mí me encantan los aplausos que puedan ser escuchados por esas personas que realmente han hecho la diferencia en este planeta. Personalidades míticas, seres humanos de excepción, que hoy se oponen a la injusticia, proponen soluciones e inventan un mundo mejor. Desde sus inicios, Mexicanísimo optó por este camino, ya que es fundamental que en la familia se celebre la belleza, la paz, el trabajo, la ciencia y se deje menos espacio para los dolores. Esa ha sido nuestra filosofía en 118 números.
Así pues, quiero hablar de los vivos, de algunos de ellos, a quienes admiro y a quienes no les asigno virtudes de santidad, sino contemplo sus aportaciones, que contrarrestan los probables defectos que seguramente tienen, como todos.
Así pues, y nada más como una probadita, agradezco la presencia en nuestro país de Miguel León Portilla, un ejemplo de quien hemos hablado en varias ocasiones, proponiendo que su nombre engalane el nuevo aeropuerto (esté donde esté); los trabajos de María Elena Morera, quien ha resistido la tentación de volverse crítica de todo y con sensatez reconoce lo bien hecho al mismo tiempo que presiona por cambios pospuestos; las aportaciones de Gabriel Zaid, poeta, crítico, ensayista que no se deja atrapar por halagos gubernamentales.
Al hablar de mexicanos con personalidad mundial no puedo evadir los resultados del neurocirujano Alfredo Quiñones, el Doctor Q; Consuelo Morales, luchadora enorme por los derechos humanos en el norte del país; la participación en el mundo cinematográfico de Salma Hayek, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro, Lubezki o González Iñárritu. Y así descubrimos que los nombres surgen como cascada.
Abundan artistas que personalmente admiro, todos ellos vivos, como el pintor Rafael Cauduro, la pareja de guitarristas Rodrigo y Gabriela, Café Tacvba o el bailarín Isaac Hernández. Personajes que se han comprometido con la conservación del planeta, como Martha Isabel Ruiz Corzo o Jesús León, por ejemplificar en ellos a quienes defienden nuestros ecosistemas. Y, por encima de muchos detractores, me gustan el trabajo y los logros de Fernando Landeros, a quien, como se ha hecho una desagradable costumbre, empezarán a atacar en vísperas de su evento de recaudación.
Hablar de los vivos es muy gratificante, es educativo, es un aplauso vital para los que hacen diferencias. Si enfocamos los programas educativos a que niñas y niños aprendan estos nombres, en lugar de los de narcotraficantes, sembraremos mejores condiciones de futuro.
Nosotros seguiremos con esta canción. La moraleja es: cuando queramos reconocer a grandes personajes, no busquemos solamente en los obituarios.
Foto: «Reunión con Miguel León Portilla» por Presidencia de la República, CC BY 2.0.