En cada pintura, como en cualquier otra obra de arte, existe siempre una idea, nunca una historia. La idea es el punto de partida, la primera causa de la construcción plástica, y está presente todo el tiempo como energía creando materia. Las narraciones y otras asociaciones literarias solo existen en la mente del espectador, la pintura actuando como el estímulo.
Son tres los considerados grandes muralistas mexicanos: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y, por supuesto, el tapatío José Clemente Orozco. El talento del tercero, que lo llevó a ganar el Premio Nacional de Bellas Artes en 1946, lo convirtió en un personaje célebre en todo el territorio nacional, pero particularmente en su estado natal de Jalisco. Por lo mismo, a nadie debe sorprender que algunos de los edificios más importantes de Guadalajara están adornados por murales de Orozco, dos de los cuales se encuentran en la Universidad de Guadalajara, la casa de estudios más reconocida de la Perla de Occidente.
Las obras en cuestión están dentro del Paraninfo Enrique Díaz de León, que forma del Museo de las Artes de Guadalajara (MUSA) en las instalaciones de la UDG, un auditorio en el que continuamente se realizan eventos del día a día universitario, todos al cobijo de las imágenes legadas por Orozco.
Ambas obras reflejan las temáticas que tanto interesaron al pintor a lo largo de su vida, durante la cual mostró una obsesión por retratar las injusticias sufridas por los ciudadanos más vulnerables de la sociedad, la hipocresía de las autoridades que los reprimían y la violencia prevalente en el país, y las hizo en los años en que ya era un artista consolidado y de fama internacional, entre 1936 a 1939.
La primera, El hombre creador y rebelde, es un fresco que adorna la cúpula del edificio y funciona como una representante magistral del estilo expresionista de Orozco, con su uso de colores cálidos, especialmente rojos muy profundos, y manejo de imágenes que rallan en el surrealismo, en este caso un hombre que parece tener cinco rostros que se combinan entre sí. El resultado es un mural que aprovecha la superficie cóncava en el que se pintó para generar en el espectador una sensación de pequeñez frente a estos cuerpos inmensos que nos miran hacia abajo y muestran su dominio sobre nosotros, sin importar el ángulo desde el que se observen.
Por su parte, el segundo, El pueblo y sus falsos líderes, retrata a una muchedumbre de hombres esqueléticos y calvos que se alzan en contra de un grupo de individuos que visten ropas de capataces e intentan defenderse del ataque con libros y herramientas. La escena es una representación del pueblo mexicano enfrentándose a los “falsos líderes” que utilizan la teoría y la fuerza para mantener subyugados a los más vulnerables. Los cuerpos raquíticos y rostros idénticos de los trabajadores contrastan con los de sus patrones y represores, que son hombres regordetes e individualizados, que parecen señalar los libros que portan para justificar su comportamiento autoritario, momentos antes de ser consumidos por las llamas y los puños de la multitud.
Orozco elaboró ambas obras cuando ya pasaba de los 50 años de edad. Desde entonces, el recinto ha sido sede de eventos estudiantiles y culturales de la UDG, un espacio en el que los murales invitan a la reflexión sobre el uso responsable del conocimiento y el poder que este confiere a su poseedor, un mensaje indispensable dentro de una institución académica tan reconocida.
Los invitamos a que visiten el Paraninfo Enrique Díaz de León en Guadalajara, especialmente ahora que se terminaron de restaurar ambos murales de Orozco, pues habían sufrido daños durante un temblor que sacudió Guadalajara el 11 de mayo del 2016. Las labores para subsanar las grietas y fisuras que aparecieron principalmente en la cúpula tomaron cuatro meses a expertos restauradores del INBA y requirió de una inversión de 1 millón 806 mil pesos, según la página oficial de la UDG. Ahora, el legado de Orozco vuelve manifestarse en todo su esplendor, esperando ser visto por todos los que decidan pasar por la puerta de la universidad más importante de Guadalajara.