Los reto a no querer irse a pasear por Guanajuato cuando acaben de leer esta nota. Lo digo porque debo confesar que al terminar de escribirla, ese mismo impulso me invadió el cuerpo. A tal grado que ya estoy investigando precios de hoteles y calculando los días de vacaciones que me quedan en el año, para darme aunque sea una escapada rápida. Esa es la magia de esta ciudad, que te hipnotiza con su belleza y saborcito delicioso, al punto que con solo escuchar su nombre o ver un par de fotografías, estás listo para brincar en un camión y regresarte cuanto antes, para explorar sus callecitas, sentarte en una banca en sus plazas y parques, o introducirte en sus museos para empaparte de la rica historia de nuestro país.
Así que les recomiendo que de una vez vayan abriendo una pestaña de hoteles en Guanajuato en su buscador, se los digo por experiencia personal.
Patrimonio de la humanidad
En 1988 Guanajuato fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Un honor bien merecido, aunque, en mi humilde opinión, un poco tardado, ¿hasta 1988? ¿En serio? En fin… Con sus calles empedradas, angostas y serpenteantes, y edificios coloniales de colores vivos, Guanajuato es una de las ciudades que más recompensa a los que gustan de caminar. Una visita dedicada únicamente a explorar todas sus esquinas y recovecos no sería una visita desperdiciada, especialmente si se hace siguiendo alguna de las estudiantinas que amenizan las noches guanajuatenses.
Adéntrense en los kilómetros de túneles que hay debajo de la ciudad, construidos para hacer frente a las inundaciones devastadoras que la destrozaban cada año, pero que ahora solo contribuyen para darle un toque onírico a su diseño. Cuando emerjan de las profundidades, diríjanse al Teatro Juárez, una joya de arquitectura neoclásica, para después sentarse en el Jardín de la Unión y disfrutar de un delicioso café o una cerveza fría a un costado del famoso quiosco que lo adorna. Pueden quedarse a comer ahí mismo, en alguno de los restaurantes que la rodean (de preferencia no en el Starbucks), aunque yo, en lo personal, seguiría mi caminar hasta el Mercado Hidalgo, ubicado dentro de un edificio bellísimo de arquitectura neoclásica que originalmente iba a ser una estación del ferrocarril, y que alberga puestos de comida típica guanajuatense, como enchiladas mineras (yum) y demás antojitos mexicanos.
Ahora que ya recargaron energías, diríjanse al monumento del Pípila, desde donde podrán admirar la ciudad en todo su esplendor, con vista privilegiada a la Basílica de Guanajuato, la Alhóndiga de Granaditas y la Universidad de Guanajuato, edificios que ya quisieran tener los españoles y franceses, y que pueden visitar más tarde en su visita. Podría seguir por horas hablándoles de lugares que visitar, como la Plaza de la Paz o el famosísimo Callejón del Beso, pero lo mejor que podrían hacer es que se adentren por las callecitas hasta que se encuentren con algún lugar que les llame la atención. Porque Guanajuato es de los mejores lugares que hay en nuestro país para perderse.
Museos, iglesias y más
Ahora, si de vida cultural se trata, Guanajuato no le teme a nadie. Como sede del Festival Cervantino, cada año la ciudad se llena de artistas de alrededor del mundo, lo que ha hecho que se genere un ambiente bohemio que se ve por todos lados, con galerías de arte contemporáneo y música callejera. Entre los museos que no pueden perderse se encuentran el Museo Casa Diego Rivera, el Iconográfico del Quijote (ambos en pleno Centro Histórico), y –no podía faltar– el de las Momias (a 15 minutos del centro). La Basílica de Guanajuato merece especial atención, pues en su interior se encuentra la Virgen María de la Basílica de Guanajuato, una escultura en madera de 1.15 metros de alto de la virgen, que es la más antigua de las que llegaron a América, pues se cree que data del siglo VII. También la Alhóndiga de Granaditas, por su importancia histórica durante la Independencia y porque contiene el Museo Regional de Guanajuato, con más de 9,000 piezas artísticas y con valor histórico y cultural.
Con brillo de plata
Aunque el origen de la ciudad data de los años 400-100 a.C., cuando la zona de Guanajuato era territorio de chichimecas, otomíes y purépechas, quienes le dieron su nombre: “Quanaxhuato” (“cerro de ranas” en purépecha), la ciudad que conocemos actualmente empezó a formarse hasta la época de la Colonia, cuando se volvió una capital minera de la corona española. Hoy en día pueden aventurarse a la mina de La Valenciana (a escasos 15 minutos del centro de la ciudad), que durante 250 años fue responsable de la producción del 30% de la plata en todo el mundo. Es posible descender a la mina con un tour guiado y en su exterior se encuentra la iglesia de San Cayetano, una hermosa construcción de arquitectura barroca. Vale los 20 minutos de traslado en coche al norte de la ciudad.
Esto es apenas una probada de lo que pueden esperar ver cuando vayan a Guanajuato, que, estoy seguro, es algo que harán pronto… ¿a poco no? Guanajuato es un destino turístico que vale la pena vivirse, aunque cuidado, porque una vez que se visita, es difícil resistir el impulso a volver muchas veces. Espero verlos allá, en una de esas coincidimos.
Con información de “Guanajuato, más que una ciudad” de Ana Laura Maldonado (número 85 de Mexicanísimo) y “Basílica de Guanajuato” de Alejandro Toussaint (número 55 de Mexicanísimo).