“Morir es nada cuando por la patria se muere”
José María Morelos y Pavón
Por Guadalupe Lozada León
En la constelación insurgente, la estrella de José María Morelos y Pavón deslumbra con luz propia. Aun queriendo desmitificarle, la imagen del Siervo de la Nación se resiste a dejar su lugar de privilegio en las páginas de nuestra historia y, a doscientos años de su muerte, el suyo, como ningún otro, es el mejor de los ejemplos a seguir.
Sin ser militar, profesionalizó las milicias insurgentes. Sin ser político, le dio orientación ideológica al movimiento. Sin ser filósofo, proveyó los principios sobre los cuales se construyó nuestra nación independiente. Era solo un humilde cura de un pueblo perdido, tan humilde, que al sumarse a la insurgencia, en octubre de 1810, le pidió al cura Miguel Hidalgo que lo hiciese capellán. Y, en su sabiduría, el cura de Dolores prefirió hacer de Morelos no un ayudante, sino un general. En ese espíritu generoso y desinteresado, Hidalgo vio la grandeza del patriota. Y también, los otros, los enemigos, fueron testigos de la grandeza de su espíritu. Antes de que la historia lo encumbrara, Morelos ya había adquirido la categoría de mito.
Las glorias militares de las primeras campañas de Morelos no tienen paragón. De hecho, él pasó a encabezar el movimiento luego de que Hidalgo y Allende fueran abatidos en 1811. Ningún insurgente fue tan nocivo para la causa española como él y ninguno fue combatido con tanta saña. Y es que Morelos, además de ser el brazo de la revolución, era el cerebro. Los principios libertarios enarbolados por el insurgente fueron configurando al país que estaba por nacer a la independencia. Conceptos que hoy nos resultan sagrados, pues son la base de nuestra democracia, tuvieron origen en las concepciones de Morelos: soberanía, igualdad, división de poderes, representación popular. La descomunal fuerza de la maquinaria virreinal dirigida por Félix María Calleja fue insuficiente para opacar las luces de la modernidad que irradiaban de la mente del ya entonces llamado Generalísimo.
¿Sabías que se cuenta que Napoleón Bonaparte, asombrado por las campañas militares de Morelos, dijo: “Con cinco hombres como él conquistaría el mundo”?
Al sitio de Cuautla, donde Morelos y sus hombres resistieron durante más de tres meses el embate realista, siguieron los Sentimientos de la Nación y el Congreso de Chilpancingo. El México moderno comenzaba a tomar forma y la Colonia iba convirtiéndose en historia. Eventualmente, la fuerza de Morelos declinaría, pero el impulso del cambio no habría de detenerse y esto gracias, en gran parte, a la coherencia de los principios del Generalísimo.
Y es que no se puede vencer por las armas a alguien que además combate con las ideas. A los saberes religiosos, Morelos opuso la igualdad entre los individuos y la autodeterminación de los pueblos. Sus avanzadas ideas las expuso al inaugurar las sesiones del Congreso de Chilpancingo, en 1813, dando lectura a su histórico discurso Los Sentimientos de la Nación, con el que México efectuó el tránsito a la Modernidad.
¿Sabías que la primera constitución de México fue la de 1814, promulgada en la ciudad de Apatzingán? Este valioso documento estuvo basado en los Sentimientos de la Nación de Morelos.
Y como hombre moderno, Morelos supo que la suya no era la única verdad. Cuando debió sacrificar su control del movimiento, cuando prefirió dejar la conducción de la lucha a otros, cuando el Congreso que él mismo ideó, lo relevó del mando, cuando las circunstancias le exigieron, Morelos, se sacrificó. Se concentró, entonces, en velar por la seguridad de los diputados congresistas, permanentemente asediados por las milicias realistas. En noviembre de 1814, frente a una emboscada, logró poner a salvo al Congreso, pero él cayó preso. Fue conducido a la capital donde se le formaron sendos procesos; el gobierno virreinal y la Iglesia, cada uno por su cuenta, vertieron sobre él toda la ira de un mundo en evidente agonía. Se le acusó de traidor a la Corona, se le anatemizó, se le excomulgó y se le condenó a muerte. Al morir, pasó a formar parte de la inmortalidad. Así, a dos siglos de distancia, la luz de Morelos es la senda segura de quien dejó como legado la independencia, la soberanía y la igualdad.
Un sueño hecho realidad
En los Sentimientos de la Nación Morelos planteó los principios fundamentales para construir un México independiente. 200 años después de la creación de este documento, estos siguen siendo los pilares de nuestra nación y entre ellos destacan:
-Que la América es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía.
-Que la esclavitud se proscriba para siempre y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y solo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud.
-Que la Soberanía dimana inmediatamente del pueblo, el que solo quiere depositarla en el Supremo Congreso Nacional Americano, compuesto de representantes de las provincias.
-Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia.
Guadalupe Lozada León. Maestra en Historia de México por la UNAM. Ha publicado diversos artículos y libros sobre el México del siglo XIX. Coordina el programa Rutas Patrimoniales. Un encuentro con la historia.
Ilustración de Marcos Piña.