“La belleza no es el objeto de una creación, más bien se encuentra en la recompensa. Su aparición, casi siempre tardía, anuncia únicamente que el equilibrio entre el hombre y la naturaleza se ve cada vez más reconquistado por el arte. ¿Qué quedará de las obras contemporáneas luego de esta confrontación?” – Brassaï
Gyula Halász nació en Brassó, Transilvania en 1899 y luego de estudiar arte en Budapest y Berlín, decidió hacer una vida en Francia. Fue así como el joven llegó en 1924 a la romántica ciudad de las luces, París. El comienzo de su nueva vida fue sin duda un momento que lo marcó de forma personal y cambió por completo su sello artístico. Como muchos otros artistas de la época, Gyula se enamoró de la ciudad del amor, de su idioma, su gente, sus calles, sus historias y sus secretos. Cautivado por la vida (nocturna) parisina, el artista dejó de hacer pinturas y caricaturas y comenzó a utilizar la cámara para quitarle lo efímero a momentos que consideraba debían ser infinitos y plasmarlos en imágenes que se conservarán para siempre.
Brassaï significa “de Brassó” y era la forma en que el artista solía firmar su obra pictórica antes de comenzar a hacer arte con su Voigtländer Bergheil. Aunque las fotos no llevan firma, el seudónimo se le quedó. Poco a poco, el húngaro se convirtió en uno de los primeros en hacer arte utilizando la cámara como instrumento y también fue pionero en considerar las manifestaciones de arte urbano (graffiti) como algo especial, incluyéndolas en su trabajo fotográfico.
Actualmente y hasta el 16 de junio, el Museo del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México presenta la exposición “Brassaï. El ojo de París”, en la que muestra la obra del fotógrafo mediante una colección de 200 fotos. En su mayoría, las obras expuestas forman parte, a su vez, de la colección “Paris par nuit” (París por la noche) que el artista realizó entre 1932 y 1936. Dentro de las doce secciones temáticas que componen la exposición se hallan retratos de personas en bares, restaurantes, fiestas y mercados; vistas de noche de la ciudad en donde se aprecian los puentes, los faros de luz, el adoquinado y las gotas de lluvia; entradas del metro, edificios emblemáticos, publicidad de la época, comercios y paisajes citadinos de la mística ciudad de París.
“Todo es cuestión de óptica. Las analogías existentes establecen aproximaciones vertiginosas a través de las eras por la simple eliminación del factor del tiempo.”- Brassaï
El tema central de la obra de Brassaï es la ininterrumpida continuidad de una civilización perdurable. Mediante sus fotos, el artista logra retratar la belleza y lo extraordinario dentro de lo cotidiano, halla caras en las construcciones y comunica el lenguaje de la calle. En otras palabras, el artista incorpora su personalidad a las fotografías aproximándose a ellas por medio de los elementos que busca plasmar y logra expresar la vida de una ciudad y sus habitantes de forma visual, dejando que los demás sentidos exploren el espacio y transporten al espectador a otra época, en otra ciudad.
En la exposición no se permiten tomar fotografías de la obra de Brassaï para evitar que se deterioren y hacer que la experiencia sea mucho más auténtica. Sin duda la muestra de fotografía del artista del siglo pasado es una visita obligada para los amantes de este arte, de las manifestaciones artísticas modernas y de la bella ciudad de París. Si quieren la experiencia completa, sugiero utilicen el metro, pues en la estación de Bellas Artes hay una herrería igual a la del metro parisino. Una vez en la exposición, pueden colocarse audífonos y escuchar la lista de reproducción que el museo preparó para escuchar música afín a las fotografías expuestas. Bon voyage !
Fotos:
- María José Ordóñez Platas
- «Brassaï» por rocor, CC BY-NC 2.0.