La cerámica es el arte más practicado en México. Nuestro país es famoso por sus piezas de barro negro oaxaqueño, sus pequeños y curiosos utensilios, vasijas rojas y complejos árboles de la vida, generalmente fabricados por comunidades o familias de alfareros que llevan practicando esta disciplina por varias generaciones.
Los orígenes de la alfarería mexicana se sitúan en la época prehispánica. Las primeras piezas registradas datan del año 2 300 a.C. y proceden del Valle de Tehuacán en Puebla. La técnica de las obras iniciales era rústica y se fue refinando hasta que surgió el arte olmeca, famoso por sus figurillas representativas. En este periodo se creaban, entre otras cosas, esculturas con temáticas religiosas, moldeados de mujeres simbolizando la fertilidad de la tierra, criaturas fantásticas con características animales -parecidas a los alebrijes-, y representaciones de la flora relacionadas con la agricultura. Se sabe que para la elaboración de estas obras de arte se usaban moldes principalmente, así como el método del pellizco, que consta de dar forma a la escultura con las manos.
La importancia de la alfarería para las culturas prehispánicas iba más allá de la creación de elementos hermosos, aunque estos también fueran apreciados. Trabajar la cerámica era una forma de vincularse con la tierra, el agua y el fuego, que son los componentes necesarios para la producción de una pieza utilizando el barro. El acto de esculpir ofrece una conexión con la naturaleza y la posibilidad de estar presente, inmerso en la alquimia del arte.
El resultado del proceso es un objeto y tiene un valor propio. Antiguamente no se restaba importancia del plano material, las cosas cargaban con un simbolismo que les daba vida propia. En el caso de la cerámica las piezas ofrecían la posibilidad de que uno se relacionara con lo terrenal cotidianamente, a través de sus pertenencias.
Actualmente la alfarería vuelve a ser popular alrededor del mundo. Debido a su historia, sus comunidades de artesanos, su barro legendario, esmaltes únicos y escuelas modernas, México no deja de ser un gran lugar para los ceramistas. Entre los talleres de la Ciudad de México, Contorno, ubicado en la Roma, es en el que he desarrollado mi gusto por jugar con la tierra, haciendo magia.
En Contorno imparten clases para la creación de cerámica utilizando el torno y diversos métodos manuales, para todos los niveles. La misión del equipo es ofrecer un espacio para la expresión creativa y la experimentación, además de difundir el trabajo de artistas y prestar el espacio para lecciones especiales, o para aquellos que solo requieren del material del estudio.
Durante mi tiempo en Contorno he sido testigo de una peregrinación de extranjeros que llegan esperando absorber un poco del conocimiento milenario de la alfarería. Es un orgullo ser mexicana y ser parte de un espacio que continua valorando el quehacer artesanal y sus frutos. La cerámica, como todo en la vida, es un maestro. Enseña a encontrar amor en una taza, espiritualidad en una figurilla y belleza en la tierra y las manos trabajadas.
Fotografía principal: «Глиняний глечик» por Mariya Prokopyuk, CC BY 2.0
Foto: «Cèramica» por Biblioteca Pública Iu Bohigas de Salt, CC BY 2.0