Desde que la ciudad de Orizaba recibió la denominación que la acredita como Pueblo Mágico, sus autoridades culturales se han preocupado por exaltar sus tradiciones y su historia abundante. Llama la atención la cantidad de museos, parques y centros recreativos que hay distribuidos generosamente por toda la ciudad, como el teleférico, el Palacio de Hierro, el Paseo del Río/Paseo del Arte y el Museo del Futbol, entre tantos más.
Entre la variada oferta cultural, destaca un recinto que parece especialmente diseñado para estas fechas en que suele recordarse a los difuntos: La Casa de las Leyendas.
Ubicada en la Casa Consistorial, una antigua construcción del siglo XVIII que ha sido restaurada, e inaugurada hace exactamente un año, esta Casa de las Leyendas representa una propuesta multimodal que aglutina el trabajo de artesanos, artistas plásticos, escritores e investigadores de la región.
El motivo es tan atractivo como fascinante: presentar 22 leyendas y mitos urbanos por medio de figuras de tamaño real, maquetas, grabados, juegos de luces y sombras, acompañados de sus respectivas historias redactadas como verdaderos cuentos.
Desde la descripción del glifo prehispánico que representa a la ciudad, hasta leyendas clásicas como la infaltable Llorona, a lo largo de los salones y jardines la imaginación se llena de espíritus chocarreros, brujas convertidas en horripilantes aves, demonios que se hacen pasar por inocentes bebés, aquelarres realizados en cuevas secretas y fantasmas de niños que vagan por el panteón a medianoche.
También está el caso de los traviesos chaneques, escondidos entre la vegetación, a la orilla del río; los nahuales que salen a cazar gallinas amparados en la oscuridad del monte; la Piedra del Gigante, ese enigmático monolito ubicado en el panteón municipal y que servía como temalácatl o plataforma gladiatoria en épocas prehispánicas; o la sirena de Ojo de Agua, la cual, según se dice, se aparece cada 24 de junio, día de San Juan, exactamente a las 12 de la noche y, como premio a quien soporte llevarla sobre la espalda hasta la primera iglesia, que resulta ser Santa Gertrudis, recibirá una inmensa fortuna.
Por cierto que el complemento ideal para este recinto es el recorrido nocturno por el panteón municipal Juan de la Luz Enríquez, el cual, guiado por un elegante y carismático difunto, y custodiado por monjes enmascarados, demuestra que los asuntos del más allá son también los asuntos del corazón aquí.
Localizada a un costado del Palacio de Hierro (esa impresionante estructura metálica diseñada por el mismísimo Gustave Eiffel), y de entrada gratuita, la Casa de las Leyendas aguarda a quien desee dejarse asombrar por las “historias de antes” que aún se cuentan en este rincón de Veracruz.
Fotos: Carlos Eduardo Díaz.