Desde que Dios es Dios (antes se dedicaba a otras cosas) como que se enamoró de Chiapas. Por esos días –cuando empezaba con este asunto de ser divino– se le salían los milagros de la bolsa, acomodándose por donde caminaba y, como Dios es chiapaneco (de eso, ni duda cabe), las maravillas se le amontonaron en este pedazo de tierra. Por eso, antes de morir, hay que hacer, por lo menos, 27 cosas en este estado.
¿Y por qué 27 y no 25 o 30? Y nosotros preguntaríamos ¿por qué no? Todos los números son iguales y, si cualquiera elabora listas para que nos crezca el pelo, para que seamos eternamente infelices o para obtener novia en Turgistán, es perfectamente válido elaborar un listado de actividades mágicas e indispensables para todo aquel ser humano que desee ser plenamente mexicanísimo. Además, decidimos que fueran 27 porque esta es nuestra revista número 27. Ahora que, si quieres aumentar la lista y llevarla a 30, 53 ó 474, por nosotros no hay problema.
Así pues, para que te animes aún más a entrarle a la experiencia chiapaneca, te indicamos las 27 cosas que debes hacer en Chiapas antes de morir (hacerlo después será un poco más difícil, pero puedes intentarlo).
- Palenque en la mañana, muy temprano, antes de la llegada de los miles de turistas. Es impresionante contemplar la permanente amenaza de la selva sobre los edificios y la interacción con la naturaleza.
- Bajar al interior del Templo de las Inscripciones, en Palenque, a visitar a Pakal. Es un verdadero tesoro nacional.
- Escuchar un concierto de monos aulladores en las ruinas de Yaxchilán, de preferencia en las mañanas. Ensordecedor y contundente. El viaje en bote para llegar, también tiene su encanto.
- Obviamente, recorrer el Cañón del Sumidero en bote, desde Chiapa de Corzo. Se puede complementar con el recorrido por la parte superior del cañón, saliendo desde Tuxtla, hasta llegar al mirador.
- Concierto de marimba en Chiapa de Corzo, la catedral urbana de este mágico instrumento. Se vale bailar.
- Pasear en cayuco por los ríos de la selva Lacandona. Impactante. Dios no se andaba con cuentos cuando se puso a inventar los verdes: hay miles, todos diferentes, esparcidos por la selva. Nada más es cosa de fijarse bien y empezar a contarle, para entender el infinito.
- La ruta del café, partiendo de Tapachula. Puedes recorrer las haciendas de Argovia, Hamburgo e Irlanda, que hoy son hoteles. Obviamente, date tiempo para un café en cada sitio.
- ¡Sale el pumpo! Una tarde en el restaurante Las Pichanchas, en Tuxtla Gutiérrez, disfrutando de esta gran bebida. Si quieres aprender a prepararla, te sugerimos leer el número 4 de Mexicanísimo.
- Las lagunas de Montebello, los lunares de Dios sobre la tierra. Un color en cada uno de los 59 espejos de agua. Muy recomendable.
- Darte un par de horas frente a las cascadas de Agua Azul, uno de los sitios más bellos de México.
- Toniná, “La casa grande de piedra”. Subir a la cumbre de estas ruinas tan poco publicitadas y contemplar el valle es una delicia.
- Entrar al templo de San Juan Chamula. No te podemos decir que sea una visita hermosa, pero el sincretismo es impresionante. Tienes que sentir en carne propia esa visita. No es fácil explicarla.
- La cascada de Misol Ha. En época de lluvias es una verdadera pared de agua. Cercana a Palenque.
- Un tamal chiapaneco casi en cualquier parte, aunque nosotros te recomendamos los del mercado de Tuxtla Gutiérrez. Son rebanaditas de cielo.
- Pasar la noche en Lacanjá Chansayab. En medio de la nada (de ahí su belleza) y rodeada por la vegetación, Lacanjá te acerca a la selva de manera única. Las casitas de varas te regresan a la belleza de la simplicidad.
- Asistir a la fiesta de los parachicos, en Chiapa de Corzo, entre el 9 y el 23 de enero. Una fiesta inusual y muy colorida.
- Leer a Sabines. En este número publicamos dos de sus poemas, pero es ideal para tardes románticas y noches tormentosas.
- Ver las cascadas de Las Nubes desde el puente colgante que te permite acercarte y sentir la fuerza del agua. Muy recomendable, aunque te dé miedo la altura. A 130 kilómetros de Comitán.
- La bohemia de las calles de San Cristóbal de las Casas. Cualquier café, o los andadores, son un sitio perfecto. El mundo se acerca a sus calles mostrando su diversidad.
- El zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZooMAT) de Tuxtla Gutiérrez es, sin lugar a dudas, uno de los mejores del país. Aunque no seas fanático de los animales, la visita vale la pena.
- Visitar a los j’iloles (pulsadores), del Centro de Desarrollo de Medicina Maya, en San Cristóbal. Pueden diagnosticar tus males y curarte el cuerpo y el alma con rezos, limpias y baños en temazcal.
- En Comitán, una delicia: la sopa de chipilín con bolita. Pídela.
- Las pinturas murales de Bonampak, antes sólo alcanzables en avioneta, están ahora al alcance de todos. Contemplándolas comprobarás que los chiapanecos han sido siempre apasionados del color.
- Descubrir, en las mañanas y al ponerse el sol, a las cotorras en su ruidosa salida de la Sima de las Cotorras, cerca de Ocozocoautla.
- Las cascadas El Chiflón, formadas por la caída del Río San Vicente. De verdad, son hermosas.
- Descubrir aves maravillosas en el Centro Ecoturístico Las Guacamayas.
- Recorrer la obra cumbre del barroco centroamericano, la iglesia de Santo Domingo, en San Cristóbal de las Casas.
Si eres de los que crees que Dios no existe (hay de todo en este mundo) de todos modos ven a Chiapas, porque te podrán suceder dos cosas: comprobarás tu error o te darás cuenta que la casualidad de la belleza suele ser divina, de vez en cuando.