Parece que todo lo que tenemos a la mano se hace con facilidad. El café que compramos en las mañanas, el taxi que tomamos para ir al trabajo o los tacos banqueteros que nos comemos en las tardes, pero todo tiene un gran esfuerzo de por medio. El hombre que aprendió a hacer tu café, el taxista que muy temprano se levantó a trabajar, el taquero que diariamente sale a ganarse la vida están detrás de aquello que nos parece sencillo.
Cuando hablamos de lo que hay detrás de esta publicación, debemos saber que Mexicanísimo es el sueño de un gran hombre que quiso reconciliar a su país con su gente, que creyó que en México somos más los buenos, los trabajadores, los honrados, los honestos.
Después vienen los creadores, los que se atreven a proponer temas, los que quieren mostrar que en México hay buenas noticias. Los más creativos, los que nos enseñan que la lectura puede ser amena y divertida, los que hacen de una imagen un gran diseño para que una portada supere a la siguiente.
Posteriormente, están los que convencen a las marcas de creer que México es un gran país que debe apoyar a sus productores, a sus empresarios. Los traen a un nicho que a veces pareciera no tiene credibilidad, mas, ocho años de publicación de Mexicanísimo han demostrado lo contrario.
Asimismo, están los que llevan el orden, los que permiten que Mexicanísimo llegue a Monterrey o a Quintana Roo, los que se presentan en las ferias de libro, los que buscan que en la radio, en la televisión, en Internet todos nos conozcan.
Mexicanísimo no solo es una revista de ochenta páginas mensuales, es una familia, un equipo, un gran proyecto que intenta diariamente sacudirse la pesadumbre de ese estigma de ser “mal mexicano”. Así, querido lector, la próxima vez que nos leas, recuerda que tras estas páginas existe una lucha contra un río de amarillismo y de malas noticias, que hay muchas personas orgullosas de llevarte esa revista que compras cada mes, entre ellas, por su puesto, estoy yo.