Pequeño tesoro michoacano que descansa a orillas del gran Lago de Cuitzeo.
Cuando seas capaz de dejar a un lado la prisa, tendrás la posibilidad de encontrar en todo el país pequeños tesoros escondidos, de esos que se habla poco y que, en parte gracias a ese silencio, han podido mantener una belleza especial y una calma ancestral que los hace aún más bonitos. Este es el caso de Cuitzeo, un pequeño poblado a la orilla de uno de nuestros lagos más importantes, del mismo nombre, que merece unas horas para ser recorrido tranquilamente, sin amontonamientos, descubriendo sitios perfectos en cada esquina.
Hay varios caminos para llegar, pero el más bonito es cruzando el lago, de preferencia por la carretera libre que parte de la autopista Toluca-Morelia-Guadalajara, a 30 kilómetros de la capital michoacana, y que te deja a la entrada del pueblo. En ciertas épocas del año, el lago (que llega a medir 400 kilómetros cuadrados en temporada de lluvias) hospeda una innumerable cantidad de garzas, gaviotas y patos, un espectáculo aparte. Ya desde el cruce del lago, te recomendamos tener lista la cámara.
La influencia de los frailes agustinos es evidente en todo el pueblo, pero particularmente en la plaza donde se encuentran la iglesia y el ex convento de Santa María Magdalena, de estilo plateresco del siglo XVI, que ha sido renovado recientemente con excelentes resultados. La iglesia es de una sola nave y cuenta con una bella capilla abierta. El ex convento tiene un hermoso patio central y alberga en su interior al Museo de la Estampa y diversos salones para exposiciones temporales, además de las pinturas al fresco –en especial El juicio final, de Fray Martín de Palacios– y los jardines, de gran atractivo para los amantes de la fotografía. La fiesta del convento, el 22 de julio, es motivo de bailes y de la feria popular, por lo que es una fecha muy recomendable para olvidar el auto y recorrer las calles y plazas a pie, pues el pueblo es pequeño.
A la orilla del lago existen varios restaurantes cuyas especialidades parten del maíz (corundas y uchepos) y de la pesca local, destacando los charales, que pueden ser cocinados de muy diversas maneras y que al probarlos en Cuitzeo te reconcilian con el platillo. También podrás encontrar, con un poco de suerte, ancas de rana.
Las artesanías de la zona lacustre se basan en fibras vegetales con los que se confeccionan canastos, cestos, petates y sombreros.
Puedes seguir el viaje visitando los balnearios en Huandacareo o continuar a Yuriria, donde puedes dormir.
No dejes de visitar Cuitzeo, “lugar de tinajas de agua”, sitio con influencias de las culturas chupícuaro, teotihuacana y tolteca, y vivir su encanto y su magia.