En el Cementerio Municipal Juan de la Luz Enríquez, en Orizaba, se encuentra uno de los mejores tesoros de la arqueología veracruzana. Ahí, en medio de las tumbas, se levanta un enorme monolito que presume el grabado de lo que, al parecer, es un hombre muerto de gran estatura. Por esta razón, se le conoce coloquialmente como la “Piedra del Gigante”.
Este monumento es más antiguo que la ciudad misma. Según estimaciones, la piedra es producto de la última erupción del Citlaltépetl o Pico de Orizaba, la montaña más alta de nuestro país. De tal suerte, dataría de entre los años 1300 y 1500 de nuestra era.
De 8 metros de largo por 6 de ancho y metro y medio de altura, este monolito constituye el primer documento histórico sobre la región, pues es bien sabido que la historia comienza a contarse a partir de la aparición de la escritura. Los estudiosos del tema consideran que los dibujos labrados que muestra en su superficie fueron realizados por los antiguos habitantes de Ahuilizapan (Orizaba) para conmemorar el ascenso del huey tlatoani de Tenochtitlan, Moctezuma Xocoyotzin en 1502.
A pesar del alto grado de erosión que la roca misma presenta, es posible observar a simple vista diversos elementos, entre los que destacan, además del gigante, dos animales de menor tamaño. Según las placas que se ubican en el lugar, las explicaciones son las siguientes:
“Tres elementos apuntan hacia la representación de un rito agrario por los inicios de la primavera. Se observa un conejo y un pez acompañados de círculos que indican Año 10 (Tochtli) y día 2 (Cipactli)”.
Continúa la explicación: “La posición del cuerpo señala el punto donde nace el sol, sobre el cerro de Chicahuaxtla, en el 21 de marzo, equinoccio de primavera. Indicando que se celebraba la ceremonia de Tlacaxipehualiztli, edificada a Xipe Totec. En las paredes, las imágenes de los escudos aluden a la guerra y dos mascarones de un dios con anteojeras y largos colmillos (Tláloc)”.
El cerro de Chicahuaxtla es una cumbre cuya cima se eleva 1,400 metros sobre el nivel del mar y que se encuentra en el municipio de Fortín de las Flores, también en Veracruz. En cuanto a Xipe Totec, se trata de una de las deidades más antiguas de Mesoamérica. Su nombre significa, literalmente, “Nuestro señor el desollado”. Rige el punto cardinal del Oeste, donde se oculta el sol. Representa la fertilidad y la regeneración de la piel en las personas. Por tanto, es el encargado de volver fértil el suelo seco.
A propósito del cerro de Chicahuaxtla, resulta curioso que los antiguos pobladores de la región creían que Xipe Totec utilizaba un instrumento musical de percusión llamado chicahuaztli, el cual era un bastón en cuya parte superior se colocaba una esfera de bronce con semillas o pedazos de metal, y servía básicamente como sonaja. Xipe Totec usaba este instrumento para atraer los rayos, los cuales darían inicio a las lluvias.
Sobre Tláloc, el otro dios al que se hace alusión en la Piedra del Gigante, era, también, una deidad eminentemente ligada con la fertilidad. Su nombre náhuatl significa “Néctar de la tierra”.
La placa del lugar sigue: “Las primeras conjeturas acerca de la Piedra del Gigante se refieren a leyendas que hablan de gigantes […]. La figura principal es un personaje de cinco metros de altura que yace derribado, con el rostro descarnado [Xipe Totec], el cuero cabelludo desprendido, el vientre abierto con los intestinos de fuera, los brazos en forma de cruz y una hendidura que a manera de media luna cruza su pecho. Su pie izquierdo está atado con cuerdas, simulando una escalera”.
Existe, sin embargo, algo más que resulta sumamente interesante: “El tamaño de la roca –asegura la explicación– recuerda al temalácatl o piedra del sacrificio gladiatorio, donde ataban de la pierna izquierda, con cuerdas en forma de escalera, a los cautivos que habrían de participar en una contienda desigual en honor de Xipe Totec”.
El temalácatl era una gran plataforma de piedra que presentaba un asa al centro, en la cual se ataba a un prisionero por la pierna. Este hombre estaba condenado a realizar diversos combates gladiatorios.
¿Qué significa esto? Que a un guerrero enemigo, que había sido capturado, se le amarraba con sogas a esa inmensa piedra. De esta forma, y en clara desventaja, debía luchar a muerte con diversos guerreros perfectamente armados. Entre los mexicas, se trataba de una ceremonia ritual en honor, generalmente, de Xipe Totec. Una ceremonia agrícola con fines de fertilidad.
Aunque la situación era claramente desventajosa para el prisionero, debemos decir que no se encontraba por completo desarmado, que siempre se elegía a un gran y hábil guerrero para este desafío, y que se tienen noticias de guerreros que lograron matar a varios de sus oponentes, aunque al final también fueron asesinados. Algunos arqueólogos consideran que tanto la Piedra del Sol o Calendario Azteca, como otros monolitos mexicas, como la Piedra de Moctezuma o la Piedra de Tizoc, pudieron ser también plataformas gladiatorias.
Para los habitantes de Orizaba, la Piedra tiene tanta importancia, que ciertas leyendas aseguran que incluso el propio Hernán Cortés, al lado de su inseparable Malinche, visitó el lugar.
Más allá de especulaciones, lo cierto es que la Piedra del Gigante, a la mitad del Cementerio Municipal de Orizaba, es un monumento cuyas mejores historias aún están por contarse.