¡Ay, cómo han cambiado los tiempos!, diría mi abuela. Y sí. En el México de la primera mitad del siglo XX, elementos como los pantalones de mezclilla y los overoles eran usados por la clase obrera, quienes también consumían pulque y mezcal. La primera, una bebida que cabe recordar era de uso sagrado y exclusivo de las clases gobernantes en época prehispánica, pero que, con la llegada de los españoles, su consumo se popularizó entre el pueblo indígena de manera indistinta. ¡Ay, cómo han cambiado los tiempos! Ahora Levi’s vende jeans a precios estratosféricos y hoy son la prenda básica de cualquier persona del siglo XXI, sin importar clase o estatus social. Lo mismo ha sucedido con las bebidas alcohólicas de larga tradición en nuestro país, como el mezcal, el tequila y el pulque, que ahora son consumidas en los bares y antros más high society del país, al grado que su producción y consumo se han convertido en toda una experiencia culinaria.
Sin embargo, en un país como el nuestro que se caracteriza por su diversidad, no todo es mezcal, tequila y pulque, existen otros aguardientes y destilados igualmente dignos de ser probados por los exigentes paladares mexicanos. Uno de ellos es el sotol, bebida que al igual que el pulque era consumida junto con el peyote, entre las comunidades del norte de México para fines sagrados y rituales. Oriundo de los estados norteños de Durango, Coahuila y Chihuahua, que desde el 2002 poseen la denominación de origen para producirlo, el sotol es un destilado de alta graduación, de entre 38 y 45 grados, elaborada de una variedad de agave llamada Dasylirion wheeleri que crece únicamente en el desierto de Chihuahua. Es de las pocas bebidas mexicanas cien por ciento orgánica, debido a que su producción es completamente artesanal; además de que la cocción de la planta se realiza en hornos de tierra, lo cual le confiere un distintivo sabor ahumado inigualable.
El sotol ha ido abriendo camino entre las bebidas más cotizadas del país, sus cuatro variedades -el blanco o silver, joven o gold, reposado o aged y añejo o extra-aged– pueden ser tomadas, por los más valientes, a las rocas o mezclarse en cocteles para quienes sus gargantas prefieren sabores más suaves. Así que ya saben, si en su próxima salida quieren probar algo distinto y mexicanísimo, pidan un sotol. ¡Salud!