Las culturas prehispánicas, de las que somos herederos, han sido objeto de fascinación para nacionales y extranjeros, viajeros y exploradores, antropólogos y arqueólogos, historiadores y etnólogos pero, sobre todo, para los artistas plásticos, poetas y escritores.
Mayas, mexicas, totonacos, olmecas y purépechas fueron los primeros escultores de nuestros tiempos, verdaderos artistas que crearon de las piedras las más hermosas y monumentales piezas y ciudades. Aquellos pictogramas y jeroglíficos, aquellas esculturas zoomorfas, deificadas, se nos revelan llenas de incógnitas y, al tiempo, de una belleza extraña e inexplicable. Estas huellas de un pasado lejano, pero latente, son las musas que inspiraron a poetas como Efraín Huerta, Carlos Pellicer, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Rubén Bonifaz Nuño a dedicar sus versos a las ciudades de piedra como Teotihuacán, Monte Albán, Mitla y Tajín, a las deidades líticas como Tláloc, Huitzilopochtli y Coatlicue, a aquellas voces que si bien petrificadas, su eco resuena con fuerza entre nosotros. Aquí la prueba.
Rubén Bonifaz Nuño
Y allí, a unos cuantos centímetros
por debajo de tales pasos, estaba tendida
en su sitio consagrado la diosa muerta,
la guerrera maltratada por el fuego,
la despeñada, inmóvil en la imposible
danza siniestra de su cuerpo violado
por la destrucción, espejo y custodia
de los restos últimos
de la divina perfección
que le dio eternidad y muerte.
Monte Albán
Homero Aridjis
Aquí se cayó la luz.
Aquí el olvido se hizo piedra,
ceniza y lodo,
hueso y cráneo.
Aquí el aire se hizo ave,
el vuelo árbol,
el hambre hombre,
el valle fuga
y el monte lluvia verde.
Aquí el hombre volvió al barro,
regresó al silencio,
se metió en la noche.
Cerámica de Colima
José Emilio Pacheco
Los amantes
Llevan más de mil años en el abrazo.
Desde el punto de vista de la edad clásica
no son hermosos.
Pero ellos a su vez encontrarían
poco deseable la estatuaria griega.
Calendario
Octavio Paz
Contra el agua, días de fuego.
Contra el fuego, días de aguas.
Máscara de Tláloc grabada en cuarzo transparente
Octavio Paz
Aguas petrificadas.
El viejo Tláloc duerme, dentro,
soñando temporales.
El ídolo en el atrio
José Juan Tablada
Una Piedra del Sol
sobre el cielo de la mañana
asoma en lo alto
el ancho rostros de basalto
a la orilla de un charco de obsidiana
y parece que su boca vierte
un reguero de sangre humana
y cempasúchiles de muerte.
En las ruinas de Mitla
Juan de Dios Peza
Maravillas de otra edad;
prodigios de lo pasado;
páginas que no han estudiado
la idolente humanidad;
¿por qué vuestra majestad
causa entusiasmo y pavor?
Porque de tanto esplendor y de tantas muertes galas,
están batiendo las alas
los siglos en derredor.