El 11 de septiembre trae a la memoria –cargado de mercadotecnia– los atentados en Estados Unidos. Pero hay otros sucesos importantes en esa fecha, como el 300 aniversario de la toma de Barcelona, que condujo a la derrota de los catalanes ante España. Tuve la oportunidad de asistir a esa ciudad y presenciar una celebración extraordinaria, con una sociedad que usó la fecha para pedir, de manera civilizada, ejercer su derecho al voto y dar su opinión sobre una España con Catalunya o una Catalunya sin España. Al parecer, un millón y medio de catalanes (1 de cada 5 habitantes de un estado de 7.5 millones) salió a la calle. Fue una gran demostración, un acto pacífico, familiar, que puede tener detractores y defensores pero que muestra la existencia de lenguajes que no hablan a tiros. Y fue, sobre todo, un acto organizado por grupos civiles, no por los partidos políticos o los gobernantes en turno.