La historia es una de mis ficciones favoritas, pues siempre hay una nueva manera de contarla, una nueva visión subjetiva que ayuda a entretejer las cientos de miradas sobre un acontecimiento o serie de acontecimientos. Cada vuelta, cada nueva versión, enriquece nuestros conocimientos. Por ejemplo, la Independencia de México, no es un hecho cerrado a una “historia oficial”, ni mucho menos. Al contrario, el trabajo de los historiadores abre constantemente nuevas líneas de investigación para contar tal o cual episodio de una nueva manera, con una nueva voz. El trabajo queda entonces en las manos de los lectores que deben cerrar los círculos. Lo mismo pasa con los personajes. Tal vez existan cientos de descripciones diferentes de don Miguel Hidalgo o el cura de Dolores, como quiera mirársele.