Ninón Sevilla
En sus épocas de gloria, se decía que Emelia Pérez Castellanos era la única de las rumberas que bailaba, y que bailaba de verdad. El resto de ellas –se aseguraba entonces– se contentaban con mover sus cuerpos. ¡Pero qué cuerpos! Caderas anchas, cinturas esculpidas a mano, piernas generosamente bien torneadas, bustos altos. Cuerpos naturales, cuerpos sin retocar, cuerpos deseados, admirados, envidiados.