Desde la época prehispánica, San Esteban Tizatlán (Tlaxcala) se ha caracterizado por el tallado de madera. Aunque los bastones de mando y las figuras son lo más representativo, las máscaras para el carnaval creadas ahí son reflejo de una cultura pasional y colorida.
En la comunidad se ubica el taller ‘Artes Danna’. La técnica de tallado utilizada, al igual que la manera auténtica para expresar la dicha y la calidad de la producción, son cualidades que caracterizan al lugar, además de una tradición que ha evolucionado de manera sorprendente, pero que conserva su esencia.
El maestro Ricardo Molina Sarmiento explicó que esta es la cuarta generación de talladores de madera, además mencionó que toda la familia se dedica a esto: “Hace 30 años iniciamos con la talla de máscaras y esculturas. Hoy realizamos artesanía típica de madera de Tlaxcala, juguetes, el bastón de mando, máscaras sobre diseño (algunas con la técnica de cartonería), esculturas de arte sacro con la técnica original utilizada en el Barroco, como el estofado y el esgrafiado con punta de maguey”.
Su esposa, Elsa Padilla, y sus hermanas también son mascareras y talladoras reconocidas en el país y en el exterior, además el taller (que también está incorporado al programa Jóvenes Construyendo el Futuro) ha fungido como semillero, pues ahí surgieron talladores que actualmente poseen espacios destinados a la producción artesanal.
“Hoy sé que el que mucho abarca poco aprieta, por eso estoy delegando y por eso me decidí a compartir lo que sé, porque es mucha carga. Así la gente aprende, la familia crece y cada quien crece como ser humano”; expresó el maestro Molina.
El taller es una ventana a la cultura mexicana en toda su extensión, pues en cada rincón son visibles el folclor y el amor por el arte. El aroma de la madera cautiva a los visitantes, además hay aserrín que da una faceta completamente romántica al sitio, porque pareciera que este evoca que los momentos difíciles pulen a las personas, lo cual es visible cuando los talladores toman gubias y otras herramientas para modelar la madera que paulatinamente se convierte en un rostro festivo.
Sin embargo y por mencionar un caso, las máscaras cuentan diversas historias que son maquilladas por la pintura y por los detalles. Aunque los ojos brillan y hay una gran sonrisa plasmada, en su elaboración existió una feria de sentimientos. Los creadores trabajan día y noche, sin importar las situaciones que viven, ya sean cosas trágicas o bellas, deben concentrarse en terminar sus pedidos, pero también siguen aunque sienten que ya no pueden dar más. De modo que sus creaciones nacen de la vida, la desdicha, la alegría y la incertidumbre.
Las máscaras brillan por los componentes que se les añaden (para conservarla), pero la luminosidad también se debe al valor adicional que brindan los sentimientos, aquello intangible que le da esa magia al arte y que permite a los demás sentir algo inexplicable.
“Es paradójico. Al hacer máscaras para carnaval y debido a momentos de depresión, porque sí los hubo, me encontraba con lágrimas en los ojos mientras realizaba la careta que ríe. Y eso no lo sabe el cliente y no lo ve, pero pasa. O puedo estar feliz, pero tengo que hacer una cara enojada cuando deseo expresar mi alegría. Esto es muy controversial porque se trata de la vida misma”.
Las actividades realizadas requieren agrado por lo que se hace, pero también conocimientos en geometría y anatomía, pues esto permitirá plasmar con mayor precisión las características de la cara. No hay que olvidar los deseos de superación, pues los artesanos tampoco han estado exentos de menosprecio, pero eso les ha dado fuerza para continuar.
El caso específico del señor Ricardo ejemplifica lo anterior, pues en cierta ocasión un coleccionista menospreció su trabajo, pero eso lo motivó a crear una obra tallada que ganaría el Concurso Nacional de la Feria del Caballo, en Texcoco. Dicha creación fue adquirida por el mismo coleccionista, quien hizo más encargos al artesano Molina y ambos se convirtieron en buenos amigos.
Lo anterior también rindió frutos, pues el trabajo artesanal ha sido reconocido en países como Estados Unidos o en Suiza, donde ahora mismo se planea una exhibición de una escultura elaborada en el taller, que representa a Justin Bieber. El artesano detalló que la mitad del cuerpo se mandó al país europeo, sólo falta el torso.
Hoy por hoy, visitar ‘Artes Danna’ es una experiencia mágica y aleccionadora, porque allí nacen artesanías, emociones y páginas de una historia que aún no tiene fin.
Contacto con el señor Ricardo Molina, respecto a cursos u otras cuestiones: 246 111 63 84