Pedro López Hernández
Colocarse vendas en las manos, portar guantes, utilizar ropa cómoda o deportiva, además de moverse con agilidad, tener destreza casi exacta y artística; no es algo sencillo. Recibir golpes y verter la vida en entrenamiento tampoco lo es, pero cada día hay personas que se entregan a la disciplina pugilista. Ya sea al pelear o enseñar, todos tienen una historia que contar, como Gilberto Calderón Sánchez, “Tigre Flores”, uno de los ex boxeadores con una historia magnífica, además de una trayectoria que muestra la otra cara de las confrontaciones televisadas.
Su dedicación y pasión le permitieron pisar países importantes como Polonia, Francia, Estados Unidos, entre otros. Tiene méritos que lo posicionan como “orgullo de México”. Actualmente tiene un gimnasio donde él mismo funge como entrenador. Sus aprendices en su mayoría son adolescentes, aunque no faltan niños o adultos. En el lugar están expuestos reconocimientos, artículos periodísticos y hasta fotografías donde aparece el ex boxeador con famosos como Julio César Chávez.
- ¿Cómo es que iniciaste en el boxeo?
Es que mi hermano me llevó a un gimnasio y de ahí me entró el gusto. Yo estaba chico, tenía 13 años, pero acepté que mi edad era una limitación. A los 15 años ya me dediqué a esto.
- ¿Cómo nació tu sobrenombre “Tigre”?
Fue por un entrenador que tuve en Puebla, a él le decían “Tigre Mendieta” y primero el apodo fue para mi hermano mayor (Leo Flores). Ahora él se dedica al fisicoculturismo y concursa en veteranos, por lo que es muy reconocido internacionalmente. Entonces Leo se retiró del boxeo y me quedé con el apodo, primero “Tigrito” y ya después “Tigre”. Decían que yo sí me ganaba el sobrenombre porque uno, vulgarmente, tiene que ser perro y es la realidad.
- ¿Recuerdas cómo fue tu primera pelea?
Fue a los 16 años. Del Distrito Federal nos fuimos a Puebla y a los ocho días de que llegamos, mi hermano peleó. Y yo, a los quince días de haber llegado, tuve mi primer encuentro. Nada más peleé seis veces como amateur y debuté profesionalmente. Quería seguir bajo esa condición o prepararme más, pero él (el entrenador) decía que no ganábamos lo suficiente con mis encuentros. Sí quería aprender más, madurar más, pero la ambición de él fue que debutara. Aunque no me fue mal en esa pelea, considero que me hubiese ido mejor si me hubiese fogueado más. No me entrenaban muy bien, pero siempre me gustó, siempre. Por eso fue que no me iba tan mal, porque el boxeo fue mi vida.
- Sin embargo, ¿Qué entrenador fue el que te catapultó al éxito?
Uno de los mejores entrenadores que tuve fue ayudante de Cristóbal Rosas, el que era entrenador de Julio César Chávez. Él perfeccionó mi técnica, pero no peleé para él porque tardó en prestarme atención. Tuve un encuentro y me cambié de entrenador. Aunque conviví con varios entrenadores, él fue de los mejores. De hecho tuve conexión con Chávez al grado de que casi fui su sparring, pero mi entrenador no llegó a un acuerdo y fue cuando lo cambié. Y ya peleé con licencia.
- ¿Cuál fue tu primera victoria?
Una de las victorias fue en el Coliseo, cuando debuté y le gané a un muchacho regular. Después, me aventaron luego luego contra uno que venía muy duro. Pues me ganó y posteriormente pedimos un segundo encuentro con él, pero ya no estaba aquí, más bien lo encontré en Los Ángeles, Estados Unidos y aunque boxeé con él varias veces, ya no me recordaba. Uno de los que me ganó en el Coliseo fue “Carlos González”. Le ayudé una vez cuando expuso su título en Estados Unidos y en dicha ocasión perdió. En ese entonces yo ya había mejorado mucho, pero antes me ganó porque tenía dos años de inactividad. Y afecta mucho la inactividad, por eso es que les digo a mis alumnos que deben estar activos. Sin exagerar, cada mes deben tener un encuentro.
- Y justamente mencionaste Los Ángeles, ¿cómo fue que hiciste tu debut internacional, porque tienes cosas en otros idiomas como un periódico de una disputa en Rumanía?
Debuté en Estados Unidos y mi primera pelea fue en Las Vegas en 1992. Se había organizado un encuentro en San Francisco California, en un peso que no era el mío y el día que salíamos hacia allá llamaron de Las Vegas, que querían un peso que era mi peso y acepté, pero no sabía que era con el número tres del mundo (Sharmba Mitchell). Y aún así no me ganó muy feo porque le di guerra. Bajé de peso seis kilos en medio día.
- Incluso tienes, por ejemplo, reconocimientos como el cinturón al peso ligero. Describe este suceso, por favor.
Fue cuando regresé del Distrito Federal y terminaba de debutar, incluso fue cuando dejé a mi entrenador que a su vez era ayudante del entrenador de Chávez. Me marché a Puebla y ahí fue donde tuve dos o tres encuentros, acordaron la pelea para el campeonato, la acepté y gané, entonces quedé como campeón y nunca perdí el título. Incluso le fracturé la quijada a mi contrincante, por eso ya después no quisieron pelear conmigo (risas).
Encuentro entre Toni “Bad Boy” Badea (derecha) y Gilberto “Tigre” Flores (izquierda), periódico de Rumania, año 2000.
- ¿Qué otras peleas recuerdas en Estados Unidos o en otro país?
Peleé en Rumania, Polonia, Canadá y en Las Islas Vírgenes. La que más me dolió fue la que tuve contra el número 1 del mundo (José Antonio Rivera) en 1997, que si me la hubiesen reconocido habría entrado a una eliminatoria para pelear contra el campeón del mundo, que era Chávez y eso fue lo que más me dolió, que no me la reconocieran. Mucha gente sí, pero la Comisión y los promotores (donde estaba mezclado Chávez) no; esa es la mafia. No podían dármela, porque el número 1 del mundo tenía alrededor de un año de ser el retador oficial al Campeonato Mundial, entonces él ya había invertido mucho dinero allí. Yo no era nada, pero sí la gané.
- ¿Tuviste un concepto diferente de Chávez una vez que estuviste más cerca de él?
Sí. Él no se imaginaba que le fuera a ganar al campeón mundial y me dijo que le echara ganas y que iba a vernos pelear para estudiarnos, pero cuando llegó pues ya no vio nada. Es más, vi el video de mi pelea con el retador y el video de la pelea de Chávez con él, entonces comparé y me di cuenta de que yo le iba ganando hasta el quinto round y Chávez perdía en el quinto round con él.
Tenía bien estudiado a Chávez, lo admiraba, fue mi ídolo, pero cuando me ofrecieron pelear con el no. 1, ya no lo vi como ídolo sino como rival. Claro que como peleador uno no debe tener la mentalidad de perdedor, nunca, nunca. Uno debe pensar como triunfador, nunca decir “ay no, es que él”, pero no, si me escogieron para pelear contra el más popular es porque yo tenía algo y desde aquel momento mi meta era ganarle para enfrentarme a Chávez. Inclusive dije: si tengo capacidad para ganarle al más fuerte, tengo capacidad para ganarle a Chávez.
- ¿Fuiste manejado como un rival principal al grado de que el periodismo de otros países te haya comparado con el retador?
No, nunca se imaginaron que le fue a ganar a Rivera. Nadie lo imaginaba y aquí (en México) salió en todos los periódicos que no era posible que yo, que no era nada, me hubiese visto mejor que el retador oficial. Sí tenía en mente ganar, para eso me preparaba, pero cuando me robaron la pelea sentí feo. Fue cuando dejé de entrenar, me retiré como medio año, después me hablaban pero pues ya no me dediqué igual hasta ese entonces. Aún así fui a pelear a varias partes como Polonia, Rumania y Canadá. En el último país di la mejor pelea de esa temporada con un medallista de Bronce de las Olimpiadas del 96 (Fethi Missaoui). Y la pelea estuvo muy cerrada, aunque ya no me dedicaba a esta disciplina como antes. Nadie esperaba que yo le fuera a dar guerra, hasta la nombraron la mejor pelea de la temporada. Ahí fue cuando supe que mi retiro estaba cerca. Pero todos me preguntaban sobre mis planes y me decían “tú le das un susto a cualquier campeón del mundo”.
- Ya que sentiste ese golpe, ¿qué fue lo que hiciste después de ser boxeador, casi número uno?
Dije “ya no tengo edad”. Duele. Lo que más nos duele a todos los boxeadores es saber reconocer, se hizo lo que se pudo y ya, aceptar que ya no debemos continuar. Me costó dejarlo, pero hay que ser realistas, ya tenía 32 años (en 2002). Ahora me dedico a entrenar muchachos, me gusta, sigo en el ambiente y trato de aprovechar lo que aprendí, lo que viví. No pienso repetir lo que hicieron conmigo, me encontré a dos o tres saqueadores. Yo sí les enseño lo mejor que se puede, como debe ser. Trato de darles lo que me faltó, les platico la realidad, lo que es, no nada más es subir al cuadrilátero. Implica mucha preparación, dedicación, mucho empeño. Y mucho cuidado, mucho.
- ¿Para ti, qué es lo mejor de ser entrenador?
Disfruto lo que hago. Disfruto mi trabajo. Como dicen: “no hay mejor trabajo que el que nos gusta hacer”. Ahora estoy aprendiendo muchas cosas como entrenador y les enseño lo mejor de mí, por eso me siguen un poco, no mucho, pero lo disfruto y trato de que haya confianza entre los muchachos y yo. Es lo que hace crecer el gimnasio, al igual que las recomendaciones. A los que llegan les digo que voy a hacer mi parte y que ellos hagan la suya.
Juan de Dios Aquino es una promesa, pues el alumno del ‘Tigre’ ya ha debutado y planea consolidar su carrera a tan corta edad con sus golpes de acero
- ¿Has representado a alguien para las Olimpiadas o para un Campeonato Internacional?
Todavía no. Pero no tardan mucho, estoy formando a varios muchachos y no dudo en sacar a alguno que nos pueda representar y esa es la intención, todos soñamos con crear un campeón del mundo, todos. Que ojalá y se nos haga. De mi parte, le voy a poner todo para sacar a alguno, tal vez no en dos o tres años, a lo mejor siete u ocho años si Dios quiere, ¿no? Pero no pierdo las esperanzas de que alguno se esfuerce.
- Dicen que el profesor también crece cuando le enseña al pupilo, ¿qué piensas al respecto?
Es cierto, también crecemos nosotros. Me doy cuenta cómo voy creciendo como entrenador y es muy duro, pero como dicen “cuando nos gusta no se siente el sacrificio”, pero claro que crecemos dos, el peleador y uno como entrenador.
- ¿Cómo definirías al boxeo?
Es un deporte muy duro, uno de los más duros y tal vez es el mejor pagado actualmente, pero es muy bonito y muy sacrificado. Y ahora veo cómo los muchachos lo disfrutan y es muy padre. Necesitan practicarlo para darse cuenta. Hay gente que ni idea tiene, pero quienes empiezan a aprender y empiezan a vivir se dan cuentan de lo complicado pero bonito que es.
- ¿Qué consejo les darías a los jóvenes, independientemente de que se quieran dedicar al boxeo, para que cumplan sus sueños así como tú?
El que quiere tener que se dedique bien, lo que es. Nada es fácil. Todo tiene muchos cuidados, pero vale la pena el esfuerzo