Museo Soumaya renueva la sala dedicada a los estilos artísticos que van del Romanticismo a las Vanguardias en su sede de Plaza Carso. Se exhibe obra que recientemente ha sido sumada a la colección y se invita a los públicos más amplios a descubrir la plástica que revolucionó la Historia del Arte en Occidente.
Espacio único en América Latina que permite de manera gratuita el acercamiento a un discurso estético que da cuenta de la pluralidad de expresiones de hombres y mujeres en una época de profundas transformaciones sociales. El arte del siglo XIX marcó una ruptura con la tradición. Las revoluciones y nacionalismos occidentales llevaron a las y los artistas a encontrar libertad creativa en aras de una mirada alejada de los cánones de la Academia.
El Romanticismo rebatió las lecciones de la Ilustración y dio espacio, por encima de la razón, a los sentimientos. Críticos como Jean Baudrillard encontraron en este movimiento la génesis de las Vanguardias. En palabras del poeta maldito y crítico francés Charles Baudelaire, el Romanticismo no se sitúa precisamente en la elección de temas, ni en la verdad exacta, sino que es una forma de sentir.
Una búsqueda inédita en la naturaleza y en la vida cotidiana de los trabajadores: campesinos, obreros, pescadores, tejedoras… Realismo social capturado por el nacimiento científico y artístico de la fotografía. Experimentación de la naturaleza y la naturaleza humana más allá del taller. A las afueras de París, en los bosques de Fontainebleau, los efectos de luz de la Escuela de Barbizon devinieron en el Impresionismo de trazos rápidos y yuxtapuestos para plasmar el momento efímero.
El Simbolismo, por su parte, huyó de la aparencia para llegar a la esencia; buscó transmitir emociones sin imitar las formas.
Los creadores abrevaron en una realidad convulsa de redefinición del Estado moderno y la incorporación entusiasta de las entonces nuevas tecnologías: tren, barco de vapor, electricidad, motor, telégrafo, teléfono… París, la entonces capital del arte, fue celebrada en númerosos lienzos en la antesala de la Primera Guerra Mundial. El optimismo pujante se manifestó en la «joie de vivre» [alegría de vivir] de la bohemia parisina. Los antiguos molinos del barrio de Montmartre se convirtieron en punto de reunión de la nueva burguesía y también de artistas, poetas, intelectuales y críticos de todas las latitudes.
El paso a las Vanguardias
El madurar de una progresiva espontaneidad creativa marcó el origen de las Vanguardias que refleja la supremacía del color sobre las formas convencionales y del gesto sobre los temas. Cuando todas las expresiones se pronunciaron, el lenguaje se tornó silencioso y la obra se completó en la mirada reflexiva del espectador. Con la Modernidad, instinto y emoción se tradujeron en pinceladas vigorosas, mientras que la abstracción produjo formas estilizadas. Obras que muestran el cambio del concepto de belleza para establecer la tradición de lo nuevo.
Autoras como Berthe Morisot, Mary Cassatt, Eva Gonzalès, Marie Laurencin e Yvonne Serruys se abrieron camino en salones y galerías de la capital francesa y lograron reconocimiento como artistas por derecho propio.
Los característicos trazos en la estética déco de Tamara de Lempicka, una mujer que sintetizó en su paleta el ímpetu de la vida, se dan cita en óleos y dibujos que van del estudio del cuerpo y la mística hasta la abstracción.
Mención aparte merece Lectora número 1 de la artista ucraniana Chana Orloff, quien en bronce legó la paz de la acción sin movimiento de una mujer, quien lee.
Más allá de un recorrido cronológico, la sala Del Romanticismo a las Vanguardias invita a dejar de lado las categorizaciones para apreciar espontáneamente la singularidad en cada estilo.
Mención especial merece la obra del pensador libanés Gibran Kahlil Gibran, cuyo archivo en Fundación Carlos Slim ha sido reconocido por la Unesco en el Programa Memoria del Mundo. El repositorio personal del impulsor del renacimiento de las letras árabes reúne manuscritos, mecanuscritos y galeras de El Loco, El Profeta –segundo libro más leído en el mundo, solo después de la Biblia– y Jesús, el hijo del hombre, entre muchos otros. Conserva cuatro argumentos teatrales de principios de 1920, tres inéditos –El hombre inadvertido, La Banshee y La extremaunción– y El ciego. Resguarda sus cuadernos de trabajo y su correspondencia en árabe e inglés. El acervo integra fotografías de su vida, postales de los mártires del Líbano e imágenes pictorialistas de Harting, Holland Day, Evans y Steichen. Complementan el archivo documentos personales, correspondencia póstuma entre Marianna Gibran y Mary Haskell, así como su obra plástica integrada por dibujos y óleos simbolistas.
El pensamiento del autor refrenda vigencia sapiencial; incluso los fundamentos del Estado moderno norteamericano abrevaron en sus ideas, que se hacen patentes en el New Deal [Nuevo Acuerdo], de Franklin D. Roosevelt y en la New Frontier [Nueva Frontera] de John F. Kennedy, quien en su discurso de toma de posesión parafraseó la carta de Gibran dirigida al parlamento libanés luego de la caída del Imperio Otomano. El texto escrito en árabe se publicó con el título La nueva frontera, traducido como El nuevo acuerd
En palabras del poeta del exilio: Hoy existen dos clases de seres humanos: los del pasado y los del futuro. ¿Cuál es usted? Acérquese, déjeme observarlo y déjeme estar seguro por su apariencia y conducta, si es uno de los que viene hacia la luz o de los que va a la oscuridad. Venga y dígame, quién y qué es usted. ¿Es quien pide lo que su país puede hacer por usted o un ser fervoroso quien se pregunta qué puede hacer por su país?