Entre las ocho producciones nominadas a mejor película del año queda claro que hay algunas de ellas que dejan serias dudas de su nivel entre los analistas y el público. Algunas parecen no tener lo méritos suficientes, pero por otra parte representan algo que Hollywood valora mucho como industrial: el éxito comercial y taquillero. Paradójicamente, por otro lado hay unas cuantas películas que se encuentran en el caso opuesto: son buenas películas, incluso excepcionales, que han sido casi ignoradas, apenas consideradas para ciertas categorías, pero que merecían mejor suerte. Claro, para competir por los Óscares, además de la calidad, se necesitan millones de dólares para la campaña de promoción y cabildeo.
Can You Ever Forgive Me? (¿Podrás perdonarme?, 2019)
Lee Israel (Melissa McCarthy), una mediocre y huraña escritora de biografías en sus cincuentas, se hunde en una crisis cuando es echada de su trabajo y su editora no la respalda en su proyecto de escribir sobre la vida de una olvidada artista de vodevil. Mientras visita una biblioteca para recabar información para su libro, se encuentra casualmente unas cartas auténticas de un autor connotado, las cuales se roba y lleva con una coleccionista, que se las compra a buen precio. Así, esta afortunada casualidad la lleva a falsificar cartas privadas de grandes escritores que vende entre los comerciantes de arte, y encuentra así el camino para pagar su renta y la atención médica que necesita su gata, el único ser que le importa. Su nuevo modus vivendi se completa con la amistad que traba con Jack Hock (Richard E. Grant), un simpático libertino que se vuelve su cómplice.
Can You Ever Forgive Me? es una deliciosa película dirigida por Marielle Heller (The Diary of a Teenage Girl, 2015), que están basados en las memorias de Lee Israel, Memoirs of a Literary Forger, quien en la vida real alcanzó cierta celebridad por sus actos ilícitos de robo y falsificación de cartas de literatos.
La película cuenta con la sobresaliente interpretación de McCarthy en el papel de una escritora grosera, pero al mismo tiempo enternecedora, que encuentra en la falsificación un camino creativo que la hace enorgullecer y también sacar lo mejor de sí: la solidaridad y la generosidad. La pareja que forma al lado de Grant es de antología, encarnando a dos perdedores entrañables como los que dieron vida Jon Voight y Dustin Hoffman en Midnight Cowboy (1969) o Mickey Rourke y Faye Dunaway en Barfly (1987). Además, la banda sonora es otro de los valores que hay que hacer notar de este filme.
Estuvo nominada en tres categorías: actriz, actor de reparto y guion adaptado.
First Reformed (2019)
Paul Schrader, guionista de Taxi Dirver (1976) y Raging Bull (1980), dirige esta gran película que insólitamente solo recibió una nominación, en la categoría de guion original.
Toller (Ethan Hawk) es el pastor a cargo de una iglesia antigua dentro de una pequeña comunidad religiosa. Una de sus feligreses, Mary (Amanda Seyfried), recurre un día a él para pedirle que platique con su esposo, Michael (Philip Ettinger), quien quiere evitar que nazca su bebé. Toller se entera que Michael es un fanático ambientalista quien ha perdido toda la fe en la humanidad. Además, más adelante, Mary y él descubren que almacena explosivos en su cochera, lo que lo hace suponer que prepara un atentado.
Filmada con gran sobriedad, lo que estéticamente le da una pátina de solemnidad calvinista y al mismo tiempo imponente, First Reformed es un relato que nos va sorprendiendo con cada giro de la trama. En efecto, esto hace ver la gran maestría de Schrader en la escritura del guión y en la construcción de personajes complejos, como el pastor Toller, al que se le pueden encontrar ciertas conexiones de ADN con Travis Bickle de Taxi Driver. En la narración, el director y el guion gradualmente dosifican la información clave que nos permite comprender las oscuras reacciones de los protagonistas, que los conduce por la tragedia y la culpa.
First Reformed es una gran película que en la noche de los Óscares no brilló con la intensidad que merecía.
If Beale Street Could Talk (Si la colonia hablara, 2019)
La gran irritación contra el racismo solapado por el gobierno de Donald Trump en EUA fue el tema principal en la agenda de los Óscares de este año. Prueba de ello es la cantidad de películas nominadas que lo abordan de manera directa o indirecta. If Beale Street Could Talk es parte de este bloque contra la discriminación y el aparato que lo opera desde las autoridades para golpear a las minorías afroamericanas, latinas y otras.
Dirigida por Barry Jenkins, ganador del Óscar por Moonlight, If Beale Street Could Talk está basado en una novela de James Baldwin situada en los años setenta en Harlem. Tish Rivers (Kiki Layne) y Alonzo Junt (Stephan James) son una pareja de afroamericanos que se enamoran y que tendrán un bebé, pero su felicidad se trunca cuando él es acusado de violar a una mujer del otro lado de la ciudad. Tish tiene que llevar su embarazo al mismo tiempo en que intenta por todos los medios liberar a Alonzo de la injusta acusación.
If Beale Street Could Talk trenza dos hilos narrativos: por una parte, el idilio de la joven pareja; por el otro, la batalla legal para demostrar la inocencia de Alonzo. El relato va integrando los eslabones de cada subtrama, que se completan en el desenlace. Es un filme de ritmo cadencioso, con cierto saber nostálgico, y con un evidente alegato contra el racismo arraigado profundamente en la policía y el sistema de justicia del país del norte.
Compitió en tres categorías: actriz de reparto (que se llevó Regina King), música original y guion adaptado.
The Wife (La esposa, 2018)
Un escritor recibe la noticia de que ha ganado el Premio Nobel de literatura. Celebra junto a su fiel esposa y ambos hacen preparativos para viajar a Suecia junto a su hijo, aspirante a escritor que vive a la sombra de la fama de su progenitor. Aquella extraordinaria situación conduce a un enfrentamiento insospechado.
Dirigida por el sueco Björn Runge, esta historia tiene varios componentes atractivos, incluyendo las actuaciones de Glenn Close y Jonathan Pryce, pero además un interesante planteamiento sobre los prejuicios de género en ámbitos tan progresistas como el mundo de las artes.
La película tuvo una sola nominación, en la categoría de mejor actriz para Glenn Close, y aunque parecía tener las más altas probabilidades de llevarse esa estatuilla, al final la ganó Olivia Colman. Sin duda, la película merecía mejor suerte y haberse colocado en otras ternas, como guion adaptado.
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