Proyecto México Antiguo es una galería de arte que hace de todo. Gonzalo Infante, uno de sus fundadores, explica que la importancia de incluir “Proyecto” en su nombre se debe al origen del grupo, o colectivo, de personas que están detrás de ella. Antes de abrir la galería hace apenas seis meses, en junio de 2018, los miembros del equipo se dedicaba al cine, específicamente al documental. Durante los 90 y la primera década de los 2000 elaboraron proyectos como Ciudades de México Antiguo, especializados en la arqueología de nuestro país.
Ahora, hoy en día, Gonzalo recién acaba de adaptar el edificio que alberga a la galería, sobre la calle de Mazatlán, en la colonia Condesa. A la entrada, se encuentra enmarcada una frase que considera resume muy bien la misión del proyecto: “Pretendemos dar valor, mostrar, señalar, llamar la atención sobre la particularidad de todo aquello que poco a poco tiende a desaparecer y se transforma”.
“Es un proyecto donde señalamos formas de arte mexicano que, o tiene un antecedente histórico o aparece como algo nuevo en la cultura nacional. Pero básicamente ligado a las formas vernáculas de hacer cosas”, explica.
La muestra de piezas que exponen en la galería logra ese balance entre formas tradicionales y mexicanas del arte, con las transformaciones a las que han sido sometidas con el paso del tiempo. Cada uno de los tres niveles que conforman Proyecto México Antiguo ofrecen al visitante una exploración de distintas formas de hacer arte en nuestro país.
La planta baja está dedicada casi exclusivamente al ceramista José Luis García, oaxaqueño y especialista en la técnica de barro bruñido. Esta, explica Gonzalo, consiste en aplicar pigmentos y cera al barro mientras se está secando para darle un acabado brilloso y colorido. Las piezas del artista de origen mixteco incluyen desde cuadros monumentales compuestos por cuadrados de barro en distintas tonalidades, hasta esculturas de gran tamaño de chivos y otras más pequeñas hechas a base de piedras a las que titularon Cristianos y que, dice el dueño de la galería, se han vendido muy bien.
El primer piso, en cambio, está dividido en dos secciones. El área de arte popular cuenta con obras de artesano y artistas de mexicanos. Uno de los estantes cuenta con alfarería de Mata Ortiz, hecha por artesanos de Chihuahua a lo que coordina Jesús Quezada. Gonzalo identifica la historia detrás de Mata Ortiz como una que podría servir de ejemplo en todo el país.
Las piezas están inspiradas en la cerámica que elaboraban los antiguos pobladores de la zona de Paquimé, Chihuahua. Juan Quezada, explica Gonzalo, vivía en el pueblo de Mata Ortiz y cada cierto tiempo encontraba la alfarería original, hecha hace siglos, un legado arqueológico que después vendía y acción que provocó su encarcelamiento. Al salir, empezó a hacer piezas basándose en esos diseños y coordinó al resto de los pobladores del lugar para que se dedicaran a su elaboración. Hoy en día, el arte de Mata Ortiz puede venderse por decenas de miles de pesos por su enorme calidad, de miles de dólares si es una pieza del propio Quezada.
“Si nosotros logramos posicionar a media docena de artesanos para que su obra tenga valor, que su obra sea apreciada y valorada, yo sería muy feliz. Tener seis Mata Ortiz sería fantástico”, dice Gonzalo. La sección de arte popular, por lo tanto, busca cumplir con la misión expuesta en la entrada de la galería: en este caso busca llamar la atención de la gente hacia la calidad de los productos hechos por manos artesanas mexicanas. Además de Mata Ortiz, también hay piezas de talleres como el de José Luis García, y de otros artesanos menos conocidos, pero que vale la pena conocer.
En el mismo piso se encuentra una exposición de fotografía de la cueva de Naica, que se volvió famosa hace unos años cuando National Geographic dedicó uno de sus número a su exploración. También hay piezas de selenita, alguna obtenida de la propia cueva o recogidas en otros lugares. Fue por iniciativa de la gente detrás de Proyecto México Antiguo que se llevó a cabo la expedición. Además de las hermosas fotografías del lugar, que parece ubicado en otro planeta por las formaciones de roca que hay en su interior: cristales de selenita gigantes, el grupo hizo un documental en que narran la aventura del descenso a la cueva.
“Todo mundo conoce Naica por este proyecto, nadie había entrado antes”, explica Gonzalo. Y nadie lo hará nunca más, pues la cueva se cerró poco después de la publicación del número de National Geographic, pues sufrió una inundación que hizo que el acceso a ella fuera demasiado peligroso.
Finalmente, el tercer piso de la galería cuenta con una exposición dedicada a terrarios y macetas: Paisajes, de Toni Ferreira. Cada pieza forma parte de la exploración que quieren hacer en la galería en torno a lo que Gonzalo llama “arte vivo”: “la recuperación de la maceta como objeto artístico”.
“Ya la gente casi no escribe poesía, ni hace música, ni canciones, hace muy poquitas cosas y hace formas involuntarias de instalación y de relación con las plantas”, dice. Por medio de exposiciones que celebran el cuidado de las plantas y que señalan la maceta como una forma de expresión artística, el equipo de Proyecto México Antiguo busca celebrar e identificar el arte que producimos cada día y la conexión que entablamos con el mismo.
Con apenas unos meses desde que celebraron su inauguración, Proyecto México Antiguo ha arrancado con una propuesta artística fresca, que quiere encontrar y posicionar iniciativas de gran calidad que guste al público que los visite. Ubicados en plena colonia Condesa, es un lugar al que vale la pena ir, pues seguro se encontrarán con alguna pieza que les haga enamorarse del arte mexicano.
Fotos: Gabriel Gallardo.