Nos encanta hacer listas, así que ahí les va una muy retadora, amenazante, para valientes animados a descubrir su valor mexicanísimo. ¿Preparados? Anoten sus aciertos y pónganse a practicar para los que les faltan. Estos son 69 mexicanísimos lugares para hacer el amor:
- En una trajinera, entre el oleaje de cerveza y la música de El Buki.
- En un campo agavero, pero ¡aguas, las puntas pican!
- En La Quebrada, sin tener que aventarse.
- Bajo el arco de Los Cabos, pese al agua helada del Mar de Cortés.
- Mirando las Barrancas del Cobre, pero concentrándose en otra cosa.
- En el Cerro de la Silla, aunque el ascenso seguramente apagará las pasiones y mitigará la libido.
- Buscando al tiburón ballena en Holbox.
- En el bosque de Chapultepec. Esa ya está muy gastada, pero igual cuenta.
- En la Feria de San Marcos, pero no en el palenque.
- En la Zona del Silencio, para amores muy calladitos.
- Con el mariachi, pero con los músicos fuera del cuarto, nada más vienen a cantar, que no abusen.
- Frente a una puesta de sol en Melaque, cachete con cachete, pechito con pechito y ombligo con ombligo.
- A medio Túnel de Ogarrio, camino a Real de Catorce, buscando peyote, supongo.
- En cueros, en la playa en Zipolite, aunque abunden los curiosos.
- En La Marquesa, después de darnos valor con una sopa de médula.
- En una lancha en Catemaco. Luego van con los brujos, para una limpia.
- Con fuegos artificiales y fogosidad natural.
- En una biblioteca, al fin que cualquier pretexto es bueno para ir a una.
- En el sillón de la tía Carmela, o la tía más “persignada” que tengan.
- A la hora de las posadas. “Aquí no es mesón, sigan adelante”.
- Jugando Lotería: el pantalón… la blusa… la vergüenza… ¡lotería!
- Como el indito. Aquí nomás, tras lomita.
- En un temazcal, no importa que esté apagado, la temperatura la proporcionan ambos.
- En el Estadio Azteca, mientras hacen la ola. Si es en un “clásico” cuenta doble.
- Ascendiendo el Nevado de Toluca, muy actual, muy hipster.
- A medio molito, con pollito o sin él.
- Bajo la luna en Chapala, los románticos también juegan a “eso”.
- Moviendo la panza por un peso. O también gratis.
- En la fila de las tortillas. El olor a nixtamal levanta pasiones.
- Como discurso de político. Puro “yo te prometo” y “no tengo conflicto de intereses”, para acabar con “usted disculpe”.
- En un cenote. Me refiero, por supuesto, a los que hay en Yucatán.
- En una cantina, con un pulquito. Y luego un tequilita, y luego un mezcal, y luego…
- En un petate, para volvernos tradicionales o como dicen los jóvenes: vintage.
- Con un chocolate caliente. Esa es obligatoria, por tratarse de nuestro mayor afrodisiaco.
- En Tres Marías, entre las quesadillas de flor de calabaza y las de chicharrón prensado.
- En una peregrinación. Ideal para los fervores terrenales.
- En la mega rueda de la fortuna en Puebla. Nada más no se vayan a marear.
- En un motel carretero. Hay para todos los gustos y presupuestos, y en todos se hace lo mismo.
- A la mitad de la Ruta del Vino en Ensenada, entre un tinto, un blanco y dos rosados.
- En una calandria en Guadalajara. Pero que el caballo vaya muy lento.
- En Comala. Excelente para los afectos a amores literarios, pero cuidado con Pedro Páramo.
- Mientras suena la marimba en Chiapa de Corzo. Para amores a dos manos.
- En una tocada. A eso venimos, ¿no?
- En la Plaza de la República, bajo el Monumento a la Revolución. Versión para amores afectos a las protestas y los plantones.
- En Garibaldi. “Ya llegué de donde andaba, se me concedió volver…”.
- En lo alto de la Torre Latinoamericana, con o sin binoculares.
- Después de un partido de futbol llanero, con tierra hasta las orejas y sin quitarse los “tacos”. Cuidado con el juego sucio.
- Después de rezarle a San Juditas, los días 28. Perfecto para los que solo aguantan uno al mes.
- En una tertulia. Típico de amores intelectuales.
- En una taquería. Sabroso festín para amores golozos.
- En Avándaro, para neohippies y quienes buscan regresiones a la época de Three Souls in my Mind.
- En un panteón, pero cuidado con los difuntos maloras.
- En el Cervantino, en uno de los muchos callejones guanajuatenses, sitios ideales para ser descubiertos por todos.
- En el Vive Latino. Tendrá que ser de pie, porque ya no cabe nadie.
- En Cuicuilco, el 21 de marzo, cargándose de energía a la entrada de la primavera. Y vestidos de blanco, por lo menos al inicio.
- En los rápidos veracruzanos. Pero acuérdense: el único que tiene que ir rápido es el río.
- En la Feria del Globo en León. Y, si es en las alturas, todavía mejor.
- Bailando danzón en la Ciudadela, total, pegaditos nadie nota nada.
- A bordo del transbordador de Mazatlán a La Paz. “En el mar, la vida es más sabrosa…”.
- En Dolores Hidalgo, porque no hay como los amores patrióticos.
- Bajo un ahuehuete, para aquellos que les gusta ser aguantadores.
- Acampando en el Ajusco. Hágase pa’cá, pal frío.
- En Tulum. El mar perfecto a un lado, las ruinas al otro, la pareja enfrente… el paraíso.
- En la Selva Lacandona, pero con mucho cuidado, para que no te pique una víbora.
- En Celestún, con flamencos revoloteando, hasta que te pongas anaranjado.
- Mientras vemos las luchas, pero teniendo cuidado con la quebradora.
- En los columpios. Pa’llá, pa’cá, pa’llá, pa’cá.
- En una excursión a un balneario en Morelos, punto de gestación de un tercio de los pobladores chilangos.
- Brincando la barda en la frontera, preferentemente de regreso, porque de ida ya lo han hecho muchos.